En la última aparición, octubre de 1917, la Virgen María dijo por fin su nombre: “Soy la Señora del Rosario”, y volvió a insistir en su recomendación: “Sigan rezando el rosario todos los días".

domingo, 29 de mayo de 2011

Con María, levantando el corazón


Cuando escuches en la misa: "Levantemos el corazón" tómate fuerte de la mano de María y pídele que te asista.
Autor: María Susana Ratero | Fuente: Catholic.net

Madre mía, hace unos días he leído una meditación de San Agustín que dice: "No escuchemos en vano la invitación:" ¡Levantemos el Corazón!" Y con todo el corazón ascendamos a Él"... y allí me quedé, Madrecita, preguntadote: ¿Que es ascender a él?

Y me respondiste:

- Si ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba"(Col 3,1)

Te confieso, Madre, que creí comprender tu respuesta, pero ya no estoy segura. Por eso espero que, en esta Misa, le pidas a tu Esposo, el Espíritu Santo, que me ilumine el alma.

Mientras transcurre la Misa siento la paz de saber que mi oración ha sido escuchada.

Y llega el momento, antes de la Consagración y como preparación a ella, en que el sacerdote pronuncia las palabras:

- "Levantemos el corazón"

En ese momento mil preguntas me inundan el alma y, sin atinar a más, me postro a tus pies y te las presento, de una en una:

-¿Cómo puedo levantar mi corazón, Madre, si me pesa tanto por causa de mis miserias y pecados? ¿Cómo puedo levantarlo si veo que tiene raíces demasiado profundas en las cosas de la tierra?

El tiempo se ha detenido en la Parroquia de Luján. No puedo responder al sacerdote si tú, Madre, no me explicas.

- Hija mía- y mi alma se calma y escucha- como lees en San Pablo (Col 3,1), levantar el corazón es deleitarse en los bienes de arriba, no en los de la tierra.

- Pero, Madre, no todo en mi corazón es anhelo de cielo... Hay demasiadas mezquindades con que me apego a la tierra.

- Comprendo, hija. Lo sientes tan pesado que no puede elevarse por sí mismo.

- ¿No tengo esperanza, entonces?

Y tu mirada sonríe y puedo sentir el océano de misericordia de tu Corazón, dulce Reina y Madre de Misericordia...

- Nada de eso, hija, si tu corazón no sube solo pues, súbelo tu, alto, muy alto...

-¿Qué tan alto, Madrecita? ¡No llego, no puedo!...

Y tu respuesta alegre me asombra el alma:

- Busca un sicómoro, ¡Vamos, trepa!, alto, como Zaqueo, y quédate en espera para que Jesús Eucaristía te diga: "Hoy me hospedaré en tu casa"

-¿Un sicómoro, Madre? Estamos dentro de la Parroquia ¡No hay sicómoros aquí!.. Ay, Madre, sé más explícita que tu torpe hija no te comprende.

Y me tiendes las manos para hacerme "pie", como me hacía mi padre para ayudarme a trepar a un árbol.

- Ven hija ¡Trepa a mi Corazón!

-¡Madre! ¡Claro! ¡Tu Corazón! Sí, solo tú puedes elevar mi corazón lo suficientemente alto...

Y levanto mi corazón hasta el Tuyo, pongo mi corazón en el Tuyo.

Ahora sí puedo responder al sacerdote:

- "Lo tenemos levantado hacia el Señor".

Madre, tú llevas mi corazón hasta donde Cristo ya ha llegado. Y allí me quedo, de tu mano...

Se acerca el momento de la Consagración. Con mi corazón en el Tuyo veo que estamos alto, muy alto, pues sólo desde tan alto puede adorarse plenamente a Jesús Eucaristía...

Sólo desde tan alto el alma puede rendirse ante un milagro cotidiano y conocido, pero jamás comprendido plenamente en su más profunda esencia...

Alto, Madre... mi corazón está alto... Sin embargo, sigo parada en el piso de la parroquia.

- La altura es interior, hija. Es un subir del alma para expresar su más profunda gratitud por tan grande amor...

Me preparo para recibir a Jesús bajo la apariencia de pan. Estoy en tu Corazón, Madre ¿Qué mejor lugar para recibirle?

Allí entregaré a Jesús a su Madre "que lo recibirá amorosamente, le colorará honrosamente, le adorará profundamente, le amará perfectamente, le abrazará estrechamente y le rendirá, en espíritu y en verdad, muchos obsequios que en nuestras espesas tinieblas nos son desconocidos"(San Luis María Grignion de Montfort)

"Levantemos el corazón". Apenas si empiezo a comprender la magnitud de la propuesta.

"Lo tenemos levantado hacia el Señor" Apenas si empiezo a comprender la magnitud de tal respuesta.

Madre... poco a poco voy comprendiendo cuán profundas son las palabras, los actos, los gestos de la Misa. Pide a Jesús me perdone por todas las veces que respondí mecánicamente, sin pensar.

Amigo, amiga que lees estas líneas, cuando escuches la propuesta "Levantemos el corazón" tómate fuerte de la mano de María y pídele que te asista. Tu corazón puede alcanzar alturas no imaginadas, aunque tus pies sigan pegados al piso de la Parroquia.



NOTA de la autora:

Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por Ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna.

sábado, 21 de mayo de 2011

Hoy voy a hablar contigo de Ella, de tu Madre, de mi Madre


Es mayo, Señor, y la Iglesia que tu fundaste le ha dedicado este mes a María. Señor, Jesús, gracias porque tu Madre es mi Madre.
Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net

Es mayo, Señor, y la Iglesia que tu fundaste le ha dedicado este mes a María.

Vengo ante ti, la Capilla está vacía y en este silencio y soledad encuentro el momento propicio para hablar un rato contigo... podemos hablar de muchas cosas.... y traigo en el alma tantas penas, tantas preocupaciones, tantos desvelos, todos encerrados en mi "pequeño mundo", pero no. Hoy no te voy a hablar de mi, tu me conoces, tu lo sabes todo, Señor..

Hoy voy a hablar contigo de Ella, de tu Madre, de mi Madre, porque tu me la diste, me la entregaste desde la Cruz donde ya estabas a punto de morir.

Los brazos de María son los primeros que te arroparon allá, en una noche fría pero la más bella y buena de todas las noches y así empezaste a conocer lo que es el amor y el calor de una madre. Después atravesaste montañas y pueblos, siempre arropado en los brazos de una mujer, tu madre, que con el corazón de latir asustado, huía a otras tierras para proteger tu vida.

Tiempo después la vuelta y la vida tranquila, sencilla y humilde en la aldea de Nazaret... ¿Te acuerdas, Jesús del pozo donde la acompañabas a buscar el agua? ¿Te acuerdas de sus risas, de la mirada de sus ojos dulces y hermosos, desbordada de amor e infinita ternura?...¡Qué bonitos días, cuánta paz, cuánto amor!.

Tu crecías.... te estabas convirtiendo en un jovencito y Ella siempre a tu lado. Fuieste con tu "padre" y Ella a Jerusalém, entraste en el Templo y por aquel "misterioso mandato" te quedaste a participar en las discusiones de los grandes pensadores... y te dolía el corazón porque sabías del dolor de "esos dos seres" tan amados al vivir la zozobra de tu ausencia.... pero es que ya estabas empezando a cumplir tu misión...

Después volviste con "ellos" y ¡qué años tan inolvidables y hermosos! ¡Qué unión, qué felicidad, qué hogar tan pleno de armonía y de amor!. Cuántas veces la mirarías en el quehacer de las labores en la humilde casa, a la hora de estar reunidos en la comida, en la oración, desbordándose tu amor de hijo en aquella dulce y tierna mujer, sencilla pero con dignidad de reina, alegre y dispuesta... ¡cuánto te quería, cuánto la amabas... ¿Te acuerdas Jesús? Y un día la viste llorar... José, "tu padre" había muerto, Ella lo amaba mucho y lloraba...y tus brazos la rodearon y Ella apoyando su cabeza en tu pecho encontró, a pesar de su dolor, la paz.

El tiempo pasó y llegó el día...Día en que habías de "saber decir adiós" y tenías un nudo en la garganta pero la viste a Ella con el brillo de las lágrimas en los ojos, pero serena, otra vez "el fiat" en su corazón, esclava a la voluntad de Dios, pero con la dignidad de reina y señora despedirte con el más fuerte y amoroso de los abrazos, de unos brazos que tal vez no te volverían a envolver y apretar contra su corazón hasta que te entregaran en ellos después de bajarte de la cruz...¡qué despedida, Jesús, qué despedida!. Así los dos nos enseñasteis a "saber decir adiós."

Seguro que alguna vez regresaste para verla y estar con Ella pero... tu Misión había comenzado y ya no "eras suyo".

Después tu subiste al Calvario y Ella lo subió contigo para estar al pie de la cruz. ¡Jesús, si habías tenido todos los más crueles sufrimientos que un hombre puede tener, creo que ninguno pudo atormentar tu corazón como el volverla a ver en aquellos momentos! y nos la diste por Madre para que sus brazos, ya sin ti, pudieran abrazar a toda la Humanidad y en ella, a mí!. ¡Gracias, Jesús!.

¡Aleluya, Aleluya!. Otra vez Tu y Ella abrazados. ¡Madre querida, aquí estoy, he resucitado! ¿Te acuerdas, Jesús?. ¡No hubo una mañana más hermosa para Ti y para Ella!.

Y después el tiempo pasó...y un día, un día muy especial, Ella subió al cielo para estar contigo, con San José, con los Santos y los ángeles en la infinita y gloriosa presencia de Dios.

Estamos en el mes de mayo, Jesús, y hemos hecho un pequeño recuerdo de esa gran mujer, ejemplo de todas las madres del mundo: Estrella de la mañana, Reina de los ángeles, Virgen fiel, Virgen misericordiosa, Puerta del Cielo, Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores, Reina de la Paz....

Señor, Jesús, gracias porque tu Madre es mi Madre.

Santa María, ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

También en este mes festejamos el Día de la Madre. Las que partieron y nos siguen amando desde el Cielo y las que todavía están con nosotros sabemos que no hay un amor como ese amor, que es el que más se asemeja al de nuestro Padre Dios, pues lo da todo sin pedir nada a cambio, tal vez, si, una sola cosa, al igual que el Señor..... ¡que las amemos!.

miércoles, 18 de mayo de 2011

¿La Virgen María apareció en Costa de Marfil?

Las apariciones de la virgen María eran tan frecuentes en los siglos XIX y comienzos del XX como lo son ahora, en pleno siglo XXI, las visiones de ovnis. Entre los que creen y los que no creen se da una curiosa coincidencia: ambas corrientes de opinión destacan que estas manifestaciones suelen darse en períodos de hambrunas, crisis social o entre guerras, aunque los primeros creen que son el efecto (las apariciones transmiten un mensaje) y los segundos la causa (las crisis generan tales visiones).

Que desde principios de abril comenzaran a circular noticias de apariciones marianas en Costa de Marfil, un país en guerra desde 2002 con un norte musulmán y un sur cristiano, no debería extrañar. Según cálculos de 2008, el 38,6% de los marfileños es musulmán, seguido por un 32,8% cristiano, un 11,9% animista y un 16,7% sin religión.
Desde el pasado 11 de abril, la situación en el país africano dio un vuelco cuando el líder opositor que reclamaba haber ganado las últimas elecciones, un dirigente político de origen musulmán que había sido director para África del Fondo Monetario Internacional (FMI), Alassane Ouattara, derrocó al presidente en ejercicio, Laurent Gbagbo, con el apoyo de la Francia de Nicolás Sarkozy y de las Naciones Unidas. Por aquellos días, las tropas de Ouattara fueron acusadas por la masacre de casi un millar de civiles en la zona de Duèkouè, al oeste del país, donde en este momento más de 30 mil cristianos viven hacinados en la Misión Salesiana Santa Teresa del Niño Jesús.
Días antes del estallido de la situación en Abidján, capital administrativa del país, una joven musulmana juró haber visto moverse a la estatua de la Virgen María, ubicada en el acceso de catedral de Saint Jean-Marie. Aquí tampoco corresponde ver una contradicción entre las creencias católicas y las musulmanas: la madre de Jesús no solo es la mujer más importante del Corán sino que también postula la milagrosa concepción de María.

Durante aquellos días de persecución y escape, tanto los rebeldes musulmanes, que entraron a sangre y fuego, como la minoría católica, que se replegó a la defensiva, podían disputarse el apoyo de la virgen María. La trágica matanza de Duèkouè, donde cientos de seres humanos fueron asesinados por la espalda y enterrados en fosas comunes, la vergonzosa caza de cristianos para impedir que se refugiaran en templos católicos y cristianos, acompañó el clima de zozobra reinante en el continente negro.
La nota que desbordó los noticieros habría tenido lugar en las inmediaciones de la catedral de Saint Jean-Marie. Hasta donde se sabe, ningún medio local abordó rigurosamente la cuestión, pero según las crónicas el 20 de abril, un día antes de Semana Santa, la virgen se manifestó ante una multitud que, deslumbrada, comenzó a filmar y a sacar fotos con sus teléfonos móviles. Una de esas filmaciones, acaso la que más circuló en Internet, muestra a una especie de figura que flota entre dos árboles y un intenso estallido de luz, que el espectador desprevenido puede atribuir a un prodigio celeste si nadie le avisa que esa luz corresponde al Sol.


sábado, 14 de mayo de 2011

VIRGEN DE GUADALUPE, TU MADRE

El nombre más repetido en las mujeres mexicanas es el de GUADALUPE. Por eso muchas celebran su santo el 12 de Diciembre, fecha en que una mujer vestida de princesa, se le apareció a un natural de esta tierra, a Juan Diego, en la Colina del Tepeyac.

Santa María de Guadalupe es el nombre de la celestial Señora. Ella pidió que se construyera un templo, y el templo se construyó. Más aún, hace algunos años se construyó un nuevo santuario más grande y moderno para dar cabida a un número mayor de peregrinos.

Hoy se encuentran muchísimos templos en todo México dedicados a la Virgen de Guadalupe. Casi todas las ciudades tienen el suyo.

¿Para qué pidió un templo? Para que todos nos sintiéramos en su casa cuando fuéramos allí a rezar, para poder decir a cada habitante de nuestro país las mismas palabras que dirigió a Juan Diego: “No temas, ¿no esto yo aquí que soy tu Madre?”

Hermosas palabras que nos quiere decir a cada uno todos los días, pero sobre todo en esos días amargos, días de dolor y desesperanza.

“No temas, ¿no esto yo aquí que soy tu Madre?...” Tenemos miedo de tantas cosas, miedo de perder la salud, el dinero, a que nos roben, miedo al futuro. Existe mucho miedo en el ambiente. “No temas...”, nos dice Ella.

El 12 de Diciembre hasta los más duros se ablandan, van de rodillas ante la Guadalupana.

Santos y pecadores, borrachos y mujeriegos, quizá hasta le juren a la Virgencita que van a cambiar para siempre, y al día siguiente vuelven a ser los mismos. Pero hicieron el intento, y cualquier intento es bueno. Ella se los toma en cuenta. Después de tantos intentos fallidos, basta que uno de esos esfuerzos de resultado.

Yo me pregunto si México sería el mismo si no hubiera intervenido en su historia la Reina del Cielo.

Me impresiona que los mismos inicios de México como nación, interviniera tan amorosamente esa Persona a quién con santo orgullo se le llama “Reina de México”.

En aquel momento era necesaria la ayuda y protección de la Madre de Dios. Hoy es mucho más necesaria. Los males de México son tantos y tan duros que se necesita la ayuda del cielo para remediarlos. Creo que no bastan los buenos políticos y los buenos economistas.

¡Reza, México, a tu Reina!, para que puedas ser liberado de este naufragio. Esa Reina no ha devaluado su amor a México ni a los mexicanos, hoy los quiere como entonces, pero se necesitan millones de manos alzadas al cielo, millones de rodillas que toquen la tierra rezando, millones de lenguas y corazones que unan su voz y su amor en una oración gigantesca y sonora a la Reina de México, para que venga a auxiliarnos en esta hora difícil.

Para los que tienen fe, hay un faro de esperanza en la Colina del Tepeyac que se llama Santa María de Guadalupe.

El tesoro más rico que México y el mundo entero tiene es una tilma sencilla donde la Madre de Dios se pintó a sí misma para que al contemplarla oyéramos todos su dulce mensaje: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”


ROSAS EN EL TEPEYAC

Las veo en la ladera del bosque;
son grandes, muy variadas:
Todas llevan en su cáliz
perlas del rocío de la noche.

Las ha plantado una mano celestial.
La Madre de Dios tiene preferencia
por las rosas de Castilla, le gustan las rosas.

En su jardín del cielo
debe haber plantado rosas a granel,
y deben muchos ángeles cuidarlas con primor.
Son las rosas de la Madre del Señor.

“Rosas en mi jardín no hay ya,
todas han muerto”, diría un día el poeta.
¡Qué tragedia! Mustios pétalos por el suelo
es todo lo que queda de la gloria de las rosas.

Habrá que pedirle a la dueña del Tepeyac
algunos retoños de rosal
de los que plantó en la colina
para plantarlos en el jardín.

Esos rosales siempre ostentan rosas,
son frescas y hermosas;
nunca se marchitan porque son de Ella.

La imagen de Guadalupe
está pintada con pétalos de rosa,
con rocío de la noche, con amor materno.

No importa que el lienzo sea lo más pobre,
porque esa tilma recoge la obra maestra
que un pincel grabó en ella.

¿Un serafín? ¿Sabía pintura la Virgen?
Los de brocha de aquí abajo
no aciertan a descifrar
con qué arte de dibujo
fue impresa tan magnífica pintura
en una tela tan pobre.


viernes, 13 de mayo de 2011

FELIZ DIA MADRE MIA


En el dia de hoy 13 de mayo, madre mia quiero darte infinitas gracias por tu amor, para mi eres mi madre, mi mamita del cielo, siempre me has guardado entre tus brazos, he sentido tu calor y tu amor incondicional, gracias por llevarme a tu divino hijo y mostrarme que tengo otra madre quien me ama.

Mil gracias por tus bendiciones madre mia…FELIZ DIA MAMITA MARIA


 UNA ROSA PARA LA MAMÁ MAS HERMOSA DEL MUNDO PARA TI MARIA...BENDITA SEAS Y GRACIAS SEÑOR POR DARNOSLA COMO NUESTRA MADRE

martes, 10 de mayo de 2011

EL MISTERIO DE LA HUMANIDAD MADRE Y ESPOSA DE DIOS


Si los católicos designan gustosamente a María como la Santa Virgen, los cristianos de Oriente la llaman La Madre de Dios o, en griego, la Théotokos. Esta diferencia no ilustra la separación entre la Iglesia católica de tradición latina y la Iglesia de Oriente de tradición griega; separación o cisma que, como se sabe, se hizo oficial en 1054. Esta diferencia caracteriza más bien a mentalidades y historias específicas de las que son testimonio ciertas formulaciones sobre el lugar y al papel de María en la economía divina. Nos fundaremos sobre la expresión dogmática de la fe y sobre los testimonios patrísticos de la vida espiritual que le es profundamente ligada para iluminar el lugar de María en la espiritualidad ortodoxa.
En el origen del nombre Madre de Dios, hay un debate que nos lleva a una cuestión cristológica que fue decisiva. El enunciado de la fe cristiana ha conocido un período de intensa reflexión en el transcurso de los siglos IV y V. Los debates teológicos han concurrido en la elaboración y en la maduración del pensamiento cristiano. Tras las controversias del siglo IV (arrianos en particular) que decidieron el emperador Constantino a convocar el primer concilio ecuménico de la historia cristiana en Nicea en el 325, un debate centrado sobre la persona de Cristo agitó el siglo IV. ¿Cómo comprender la Encarnación? ¿Hay dos personas en el Cristo Dios y hombre? Esta crisis es llamada nestoriana, por el nombre de Nestorio, obispo de Constantinopla. Este último oponía los aspectos, humano y divino, de la persona de Cristo. Esta dualidad conllevaba lógicamente que María era solamente la madre del hombre Jesús (Christotokos, la madre de Cristo); ella no podía por consiguiente ser llamada Madre de Dios. Frente a Nestorio, Cirilo, obispo de Alejandría sostenido por el papa Celestino primero, afirmaba la unidad del Verbo encarnado y obtuvo la convocatoria del concilio de Efeso en 431 (III concilio ecuménico). El concilio condenó la doctrina de Nestorius. María fue proclamada "madre del Hijo, consubstancial al Padre" y no del Cristo-hombre como lo querían Nestorio y sus partidarios. Dos años más tarde, en el 433, en un texto llamado a veces "Símbolo de Efeso", Cirilo y su adversario Juan de Antioquía se pusieron de acuerdo en una formulación común: en Cristo, las dos naturalezas, humana y divina, están unidas sin confusión. María es bien la Theotokos. Aquellos que rechazan en María esta cualidad no son verdaderos cristianos, ya que ellos se oponen al dogma de la Encarnación del Verbo.
 
En su libro La fe ortodoxa (libro III, cap. 12), san Juan Damasceno (675-749), uno de los doctores de la teología marial, resume lo esencial de la fe en la Santa Virgen Madre de Dios:
«Proclamamos a la Santa Virgen propiamente y verdaderamente Madre de Dios (...) ya que la Santa Virgen no ha engendrado un simple hombre, sino al Dios verdadero; no desnudo, sino vestido de carne; no como un cuerpo descendido del cielo y transitado por ella como un canal, sino tomando de ella una carne consubstancial a la nuestra (...) Ya que si este cuerpo hubiera venido del cielo y no viniera de nuestra naturaleza, ¿qué necesidad habría de su descendimiento en el hombre?.»
Este pasaje subraya que la obra salvífica y liberadora de la Encarnación reposa en la realidad del nacimiento de Dios el Verbo en un cuerpo humano. Pero escuchemos la continuación:
«La in-hominización del Verbo de Dios ha venido para que esta misma naturaleza pecadora, caída y corrompida, venza el tirano que nos ha engañado...»
El paralelismo entre las dos Evas, que se remonta al siglo II en el filósofo apologista Justino (v. 100–165) ha sido desarrollado por Ireneo de Lyon (130–208). En su célebre obra Contra las herejías (III, 22,4), este último precisa:
«Por lo mismo que Eva, desobedeciendo, devino causa de muerte para ella misma y para todo el género humano, por lo mismo María, teniendo como esposo a aquel que le había sido destinado desde antes, y sin embargo virgen, devino, obedeciendo, causa de salvación para ella misma y para todo el género humano (...) El nudo de la desobediencia de Eva ha sido desanudado por la obediencia de María, ya que la Virgen Eva había atado por su incredulidad, la Virgen María lo ha desanudado por su fe.»
En el siglo XI, Michel Psellos, humanista bizantino, retoma este tema de una manera gráfica:
«Hasta la Virgen, nuestra raza ha heredado la maldición de la primera madre. Después el dique ha sido construido contra el torrente y la Virgen Santa ha devenido la muralla que paró el diluvio de males (1).»
 
Con la nueva Eva, se abre un nuevo eón, el de la reconciliación. María deviene la Madre de todos los vivos, Eva perfeccionada. Ella es el icono de la Iglesia que recibe el Verbo de Dios por el arrepentimiento. En María, la Iglesia tiene su hipóstasis propia y creada, su perfección se ha realizado ya en una persona humana plenamente unida a Dios, encontrándose más allá de la Resurrección y del Juicio (2). Sin Jesucristo, nuevo Adán, no hay unión posible entre Dios y el hombre; sin María, la humanidad no sería ni salvada ni deificada. El Verbo de Dios se ha vuelto verdaderamente hombre viniendo de una mujer (Ga. 4,4). «A causa de El (Dios) tu has venido a la vida, a causa de El tu servirás a la salvación universal, para que el antiguo designio de Dios, que es la Encarnación del Verbo y nuestra divinización, se realice (3)».
La madre de Dios, la "sierva del Señor" es una criatura privilegiada desde antes de su nacimiento. Según el Protoevangelio de Santiago (4), apócrifo del siglo II considerado como una fuente auténtica por Clemente de Alejandría (140–220) o también por Orígenes (185–253), la Virgen ha nacido de una pareja de Justos, Joaquín y Ana. Ultima flor del tallo de Jessé (Is. 11,1), fue llevada por sus padres, a la edad de tres años, al Templo de Jerusalén, el lugar de la Presencia divina (la fiesta de la Presentación de María en el Templo es celebrada en la Iglesia ortodoxa el 21 de noviembre). María es elegida y no predeterminada como lo recuerda también san Juan Damasceno (5). Hija del pueblo elegido, no está ella desligada de la humanidad caída; criatura humana, aunque santificada desde antes de su nacimiento y magnificada bajo la mirada de Dios, ella no está exempta de pecado. La Iglesia ortodoxa no admite la noción de exención planteado por el dogma romano de la Inmaculada Concepción proclamado por el papa Pío IX en 1854 (Bula Ineffabilis Deus). Este privilegio corta a María de sus raíces humanas, disminuye su grandeza natural, su libertad personal, su papel en la salvación del hombre, y debilita la acción salvadora del Verbo por de su encarnación. María es el símbolo vivo de la humanidad frente a su Padre divino.
María concibe al hijo porque en ella y sobre ella reposa el Espíritu Santo que participa en la Encarnación. En el Símbolo de la fe, los fieles proclaman:
«Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre por quien todo fue hecho, que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, descendió de los cielos, se encarnó del Espíritu Santo y de María la Virgen y se hizo hombre...»
 
La Encarnación es la obra de dos hipóstasis divinas: enviado al mundo por el Padre, el Hijo se encarna como Persona mientras que el Espíritu Santo participa en la Encarnación a través de la carne que El santifica, haciendo de María el cielo terrestre. «En el tiempo de la Encarnación –dice el teólogo contemporáneo Boris Bobrinskoy– el Espíritu santo es el "Espíritu de la Encarnación", Aquel en quien y por quien el Verbo de Dios hace irrupción en la historia, Aquel que Le prepara un cuerpo humano, templo de la divinidad del Verbo» (6).
Lo que Dios realiza en María, de una manera única y perfecta, él desea realizarlo para todos los hombres. Juan Damasceno, que hemos citado más arriba, afirma que el nombre de Théotokos contiene todo el misterio de la economía divina. En Cristo, Dios perfecto y hombre perfecto, lo que significa para esta naturaleza «todo lo que tenía Adán, salvo el pecado», nuestra curación está ofrecida. Más allá de esta curación que consiste en volver a ser verdaderamente hombre, Dios se ha hecho hombre para que el hombre se haga Dios (7). El «si» de María a la concepción del Hijo de Dios y Salvador, es el «si» de la humanidad a su liberación y a la realización del plan divino. La humanidad, es el Adán total en el cual nosotros somos todos Uno, es por eso Gregorio de Niza (330–395), uno de los tres grandes Capadocios, afirma: «Decir que hay varios hombres es un abuso ordinario del lenguaje... Hay ciertamente una pluralidad que comparten la misma naturaleza humana... pero, a través de todos ellos, el hombre es uno...» (8). Jesucristo se nombre el "Hijo del Hombre", él es el Hijo interior de la Adan-humanidad. María es el único ser humano que haya realizado en ella el Adán total, la única que haya dado nacimiento en ella y en el Adán total al Hijo. La único Esposo del hombre, femenino con relación a Dios, es Dios. (9)
 
En el siglo III, el gran maestro de la escuela de Alejandría que fue Orígenes (185-253) profesó la mística de la virginidad. El movimiento ascético del siglo IV dará a sus puntos de vista un gran vuelo. Orígenes fue uno de los principales creadores del lenguaje místico, la posteridad ha retenido en particular el tema del matrimonio místico. La unión de Cristo y de la Iglesia y la unión del Verbo con el alma son inseparables. Ellos presentan el aspecto colectivo y el aspecto individual de una misma realidad: la una se realiza por la otra y Orígenes pasa de la una a la otra sin transición en su Comentario al Cantar de los Cantares. El ha encontrado la interpretación eclesial de la esposa en la tradición de los dos Testamentos (10), pero parece ser el iniciador de la interpretación individual. En el fondo, cuanto más el alma individual es esposa, más la Iglesia es esposa. Por otra parte, el nacimiento terrestre de Jesús no produce su fruto de salvación que si el Cristo nace espiritualmente en cada uno de sus fieles:
«¿De que me sirve decir que Jesús ha venido solamente en la carne que ha recibido de María, si yo no muestro que él ha venido también en mi carne?» (11).
Esta exhortación bajo forma de pregunta ha conocido desarrollos en numerosos espirituales de los siglos siguientes. Así, en el siglo IV, el Capadocio Gregorio de Nisa (330-395), hermano Basilio, autor de un Tratado de la virginidad, dice:
«Lo que se realizó corporalmente en María la inmaculada... esto se realizó también en toda alma que permanece virgen según la razón» (12).
Pero los desarrollos espirituales son particularmente imponentes en Máximo el Confesor (580–662):
«El Verbo de Dios, nacido una vez por todas según la carne, quiere siempre, por amor del hombre, nacer según el Espíritu en aquellos que lo desean. El se hace niño, formándose él mismo en ellos por las virtudes...» (13)
En su interpretación del Padre Nuestro precisa:
«El Cristo nace siempre misteriosamente, encarnándose a través de aquellos que él salva: él hace del alma que le da a luz una madre virgen, la cual no lleva, para decirlo en una palabra, como en la relación entre macho y hembra, las marcas de la naturaleza sometida a la corrupción y a la generación» (14).
 
Por la fe, aquel que deviene cristiano y es bautizado se beneficia de la presencia activa del Espíritu Santo, accede por El a una filiación y a una divinización potencial. La gracia bautismal debe crecer y fructificar. En una proceso sinérgico, el hombre colabora en su salvación entregándose a la ascesis y a la práctica de las virtudes (praktikè), con el fin de acceder, liberada el alma de las pasiones, a la contemplación (théoria) y a la unión.
San Máximo sostiene que la fe unida a la practica de las virtudes engendra el Verbo en el alma:
«La Madre del Verbo es la verdad, la fe pura y sin mácula, ella que El había hecho madre aceptando por amor del hombre el nacer en tanto que hombre. Así en nosotros el Verbo crea en primer lugar la fe, a continuación deviene hijo de esta fe en nosotros, "incorporado" de ella por la práctica de las virtudes». (15)
María no es solamente la mediadora de la salvación, la que intercede por las salvación de las almas, la puerta del cielo o la escala mística de Jacob (Gn 28,12), entre las numerosas cualidades cantadas en los textos litúrgicos, ella es nuestra iniciadora y nuestro modelo. Muchos espirituales atribuyen sus progresos a la intercesión de la Madre de Dios. El célebre San Siluano (1866–1938), monje del Monte Athos o de la Santa Montaña (Hagion Oros), sobrenombrado el "jardín de la Virgen", confiesa en uno de sus escritos: «Todavía joven novicio, oraba un día ante el icono de la Madre de Dios, y la "oración de Jesús" entró en mi corazón donde comenzó a ser pronunciada por si misma, sin esfuerzo por mi parte». (16)
Aquel que ora a la Madre de Dios es conducido por ella al amor que ella lleva, a Dios hecho hombre. El monje ruso Serafín de Sarov (1759–1833), testigo de la luz increada, recomienda hacer antes del mediodía la oración de Jesús: «Señor Jesucristo, hijo de Dios, ten piedad de mi pecador», y dirigirse después del mediodía a la Virgen María: «Santa Madre de Dios, sálvame pecador».
María inicia a la oración de Jesús, vía de oración cuya tradición permanece todavía viva en el mundo ortodoxo, tanto en los sacerdotes como en los laicos, y más allá del mundo ortodoxo desde hace algunas decenas de años. Para los fieles, es por la oración de Jesús, la invocación-recuerdo continuo del santo Nombre del Salvador en el corazón, como se purifica el alma y la inteligencia (noùs), como se hace humilde y disponible a la recepción del don del Espíritu Santo.
La oración del corazón está ligada al método de oración hesicasta, del griego hesychia, que puede traducirse por quietud, paz interior o recogimiento. San Juan Climaco (klimax significa escala en griego), higumeno del monasterio de Santa Caterina del Monte Sinaí, en los siglos VI y VII, definió el hesicasmo ligando por primera vez los tres términos siguientes: memoria de Jesús, dominio del aliento y hesyquia. En el vigésimo séptimo grado de su libro la Escala Santa, el exhorta a su lector:
«Que el recuerdo de Jesús sea uno con tu aliento y entonces tu conocerá la utilidad de la hesiquia... ya que la hesiquia es un culto y una presencia en Dios continuos»
Según Juan, el hesicasmo requiere el silencio, la soledad, un espacio restringido. Un apotegma de los Padres del desierto (siglo IV) relata la respuesta de un Padre espiritual (Abba) a aquel que le pregunta sobre la utilidad de la hesiquia. El abba dice que aquel que vive en el recogimiento tiene necesidad de tres obras: el temor continuo de Dios, implorar con perseveranza y que su corazón no se relaje del recuerdo de Dios». (17)
La Madre de Dios fue la primera persona humana en pronunciar el divino nombre de Jesús, «nombre por encima de todo nombre, a fin de que en nombre de Jesús, toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y bajo tierra» (Fil. 2 9–11), que le fue revelado por el arcángel Gabriel (Luc. 1,31). A propósito de esta oración del Nombre, dos monjes hagioritas (de Hagion Oros, la santa montaña del Athos) del siglo XIV, Calisto e Ignacio Xanthopouloi, cuyos escritos están recogidos en la Filocalia, antología de textos ascéticos y místicos del siglo IV al XIV, prestan esta cita a san Juan Crisostomo (354–407): «Persevera sin descanso en el nombre del Señor Jesús, con el fin de que el corazón absorba al Señor, que el Señor absorba al corazón, y que los dos se hagan uno».
Ante el icono de la Virgen orante o Virgen del Signo (Is. 7, 13–14), aquella que es más vasta que los Cielos porque contiene a Aquel que los ha creado, nosotros vemos lo que todos nosotros estamos llamados a realizar. Nuestra alma oscurecida y confusa por las pasiones puede y debe volverse virgen para ser digna de la unión con el Esposo divino. Que seamos hombre o mujer, debemos considerarnos como una esposa. Cada uno de entre nosotros puede devenir una "micro-iglesia", una pequeña iglesia, un templo del Espíritu Santo, un icono de la Madre de Dios. Jesús es el "camino" y la "puerta", María es la primera, ella se adelanta a la humanidad. Cada uno es llamado a seguir a aquella que es una hagiofanía, la santidad personalizada. Esto, hasta su nacimiento en el cielo, designado por el nombre de Dormición (Koimesis).
En verdad, no se sabe nada de la muerte de María, ni la fecha, ni el lugar. Si se exceptúa el "signo" de la Mujer y del dragón, que es objeto del capítulo 12 del Apocalipsis, donde es permitido el reconocer una imagen del destino final de la madre del Mesías, el Nuevo Testamento no contiene alusión a la Asunción de la Virgen. Esta aparece en la historia bajo la cobertura de tradiciones apócrifas (18). Un texto atribuido a Meliton de Sardes (siglo II), el Transitus, describe una tumba nueva, al Oriente de Jerusalén: en la entrada del valle de Getsemaní, donde Pedro, siguiendo ordenes de Jesús, habría depositado el cuerpo y no el cadáver. En efecto, muy pronto se impuso el hecho de que la corrupción no podía alcanzar a la que fue el receptáculo del Verbo encarnado, de ahí la expresión de Dormición. Las tres homilías sobre la Dormición compuestas en el siglo VII por Juan Damasceno son uno de los principales testimonios de la tradición según la cual la Madre de Dios fue elevada al cielo en alma y cuerpo. (19)
«¡Oh, el incomparable pasaje, que te vale la gracia de emigrar hacia Dios! Ya que si esta gracia es dada por Dios a todos los servidores que tienen su espíritu –ya que ella les es donada, la fe nos lo enseña–, de todas maneras la diferencia es infinita entre los esclavos de Dios y su Madre. Entonces ¿como llamaremos nosotros a este misterio que se cumple en ti? ¿una muerte?. Pero si, como lo quiere la naturaleza, tu alma toda santa y bienaventurada es separada de tu cuerpo bendito e inmaculado, y si este cuerpo es liberado a la tumba siguiendo la ley común, sin embargo él no permanece en la muerte y no es destruido por la corrupción. Para aquella cuya virginidad ha permanecido intacta en el alumbramiento, al comienzo de esta vida, el cuerpo se ha mantenido sin descomposición, y situado en una morada mejor y más divina, fuera del alcance de la muerte, y capaz de durar por toda la infinidad de los siglos». (I, 10)
María entrada en la gloria, al lado de su Hijo, ejerce su papel de intercesión universal.
¿Es posible sacar conclusiones? A la luz de los Padres, diremos que María, es la humanidad, es la Creación misma que realiza su vocación: traer al mundo a su creador para ser desposada por El y unida a El sin confusión. De san Gregorio Pálamas (1296–1359), teólogo de la visión de la luz increada y defensor de los monjes hesicastas, relatamos esta última cita:
«Queriendo crear una imagen de la belleza absoluta y manifestar claramente a los ángeles y a los hombres la potencia de su arte, Dios ha hecho verdaderamente a María totalmente bella. El ha reunido en Ella las bellezas parciales que El ha distribuido a las otras criaturas y la ha constituido como el común ornamento de todos los seres visibles e invisibles; o mejor, ha hecho de Ella como una mezcla de todas las perfecciones divinas, angélicas y humanas, una belleza sublime embelleciendo los dos mundos, elevándose de la tierra hasta el cielo y sobrepasando incluso este último». (20)
Es tiempo de volver al silencio, «misterio del mundo por venir» según Isaac el Sirio (siglo VII), para el honrar a aquella que es «mas venerable que los querubines e incomparablemente más gloriosa que los serafines». (21)
*Herri-Pierre RINCKEL * * * * * * * * *

viernes, 6 de mayo de 2011

NUESTRA SEÑORA DE AKITA

Nuestra Señora de Akita.
Japón. "Fátima de Oriente" (1973-1975)

La Virgen nos da urgentes mensajes
Aprobación del obispo para veneración: 1988

La Virgen nos implora con urgencia que retornemos a Su Hijo. Si no hay conversión el pecado conducirá al gran castigo.


Historia de Akita y aprobación eclesiástica.


El 12 de Junio de 1973 la hermana Agnes Sasagawa oraba en su convento en Akita, Japón cuando observó rayos brillantes que emanaban del tabernáculo. El mismo milagro se repitió los próximos dos días.

El 28 de Junio, una llaga en forma de cruz apareció en la palma de la mano izquierda de Sor Agnes. Sangraba profusamente y le causaba gran dolor.

El 6 de julio, mientras rezaba, Sor Agnes escuchó una voz procedente de la estatua de la Virgen María que está en la capilla. Era el primer mensaje.

El mismo día, algunas hermanas descubrieron gotas de sangre que fluían de la mano derecha de la estatua. Este flujo de sangre se repitió cuatro veces. La llaga en la mano de la estatua permaneció hasta el 29 de septiembre. Pero ese mismo día, la estatua comenzó a "sudar", especialmente por la frente y el cuello.

El 3 de agosto de 1973, Sor Agnes recibió un segundo mensaje y el 13 de octubre del mismo año, el tercero y último.

El 4 de enero de 1975, la estatua de la Virgen comenzó a llorar y continuó llorando en diferentes ocasiones por 6 años y 8 meses. La última vez fue el 15 de septiembre de 1981, fiesta de Nuestra Señora Dolorosa. Fueron un total de 101 lacrimaciones.

La hermana vidente se llama "Agnes" que significa cordero. Fue sanada de sordera, lo cual se verificó no tener explicación médica. Este milagro fue una señal de la autenticidad de las visitas de la Virgen


Aprobación eclesiástica de las lágrimas de la estatua y los mensajes.

El 22 de abril de 1984, después de ocho años de investigación y habiendo consultado con la Santa Sede, los mensajes de Nuestra Señora de Akita fueron aprobados por el obispo de la diócesis de Niigata, Japón, Monseñor John Shojiro Ito. El declaró que los eventos de Akita son de origen sobrenatural y autorizó en toda la diócesis la veneración de la Santa Madre de Akita. En la villa japonesa de Akita, una estatua de la Madonna ha derramado sangre, sudor y lágrimas, según el testimonio de mas de 500 Cristianos y no cristianos, incluyendo el alcalde budista del pueblo. Una monja, Agnes Katsuko Sasagawa ha recibido las estigmas y mensajes de Nuestra Señora.

En junio de 1988, Joseph Cardinal Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, impartió el juicio definitivo sobre los eventos y mensajes de Akita, juzgándolos confiables y dignos de fe. El cardenal observó que Akita es una continuación de los mensajes de Fátima.


MENSAJES DE NUESTRA SEÑORA DE AKITA:
Recibidos por la hermana Agnes, 3 en total.
Traducción del inglés, Padre Jordi Rivero.



6 de julio de 1973

"Mi hija, mi novicia, me has obedecido bien abandonándolo todo para seguirme. ¿Es dolorosa la enfermedad de tus oídos? Tu sordera será sanada, estate segura. ¿Te causa sufrimiento la herida de tu mano? Reza en reparación por los pecados de los hombres. Cada persona en esta comunidad es mi hija irremplazable. ¿Haces bien la oración de las Siervas de la Eucaristía? Entonces, oremos juntas.

Sacratísimo Corazón de Jesús, verdaderamente presente en la Santa Eucaristía, te consagro mi cuerpo y alma para ser enteramente una con Tu Corazón, sacrificado cada instante en todos los altares del mundo y dando alabanza al Padre, implorando por la venida de Su Reino.

Ruego que recibas esta humilde ofrenda de mi ser. Utilízame como quieras para la gloria del Padre y la salvación de las almas

Santísima Madre de Dios, no permitas que jamás me separe de tu Divino Hijo. Te ruego me defiendas y protejas como tu hijo especial. Amén.

Cuando la oración había terminado, la voz celestial dijo: "Reza mucho por el Papa, los obispos y los sacerdotes. Desde tu bautismo siempre has orado fielmente por ellos. Continúa orando mucho... mucho. Dile a tu superior todo lo ocurrido hoy y obedécele en todo lo que te diga. El ha pedido que ores con fervor".


3 de agosto de 1973

"Mi hija, mi novicia, ¿amas al Señor? Si amas al Señor, escucha lo que tengo que decirte".

"Es muy importante... se lo comunicarás a tu superior"

"Muchos hombres en este mundo afligen al Señor. Yo deseo almas que lo consuelen para suavizar la ira del Padre Celestial. Yo deseo, con mi hijo, almas que repararán con sus sufrimientos y pobreza por los pecadores e ingratos".

"Para que el mundo conozca su ira, el Padre Celestial está preparando para infligir un gran castigo sobre toda la humanidad. Con mi Hijo yo he intervenido tantas veces para apaciguar la cólera del Padre. Yo he prevenido la venida de calamidades ofreciéndole los sufrimientos del Hijo en la Cruz, Su Preciosa Sangre, y amadas almas que Le consuelan formando una corte de almas víctimas. Oración, penitencia y sacrificios valientes pueden suavizar la cólera del Padre. Yo deseo esto también de tu comunidad... que ame la pobreza, que se santifique y rece en reparación por la ingratitud y el ultraje de tantos hombres.

"Recita la oración de las Siervas de la Eucaristía con conciencia de su significado; ponla en práctica; ofrece en reparación (cualquier cosa que Dios envíe) por los pecados. Que cada uno se esfuerce, según su capacidad y posición, en ofrecerse enteramente al Señor".

"Aun en un instituto secular la oración es necesaria. Ya las almas que desean rezar están en camino de ser reunidas. Sin poner demasiada atención a la forma, se fiel y ferviente en la oración para consolar al Maestro."

Después de un silencio:

"¿Es verdad lo que piensas en tu corazón?, ¿Estás verdaderamente decidida a convertirte en piedra rechazada?. Mi novicia, deseas pertenecer sin reservas al Señor, ser la esposa digna del Esposo, hacer tus votos sabiendo que debes ser adherida a la Cruz con tres clavos. Estos clavos son: pobreza, castidad y obediencia. De los tres, la obediencia es el fundamento. En total abandono, déjate guiar por tu superior. El sabrá como entenderte y dirigirte."


13 de octubre de 1973

"Mi querida hija, escucha bien lo que tengo que decirte. Tu informarás a tu superior."

Después de un corto silencio:

"Como te dije, si los hombres no se arrepienten y se mejoran, el Padre infligirá un terrible castigo a toda la humanidad. Será un castigo mayor que el diluvio, tal como nunca se ha visto antes. Fuego caerá del cielo y eliminará a gran parte de la humanidad, tanto a los buenos como a los malos, sin hacer excepción de sacerdotes ni fieles. Los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos. Las únicas armas que les quedarán serán el rosario y la señal dejada por mi Hijo. Cada día recita las oraciones del rosario. Con el rosario, reza por el Papa, los obispos y los sacerdotes."

"La obra del demonio infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneran serán despreciados y encontrarán oposición de sus compañeros... iglesias y altares saqueados; la Iglesia estará llena de aquellos que aceptan componendas y el demonio presionará a muchos sacerdotes y almas consagradas a dejar el servicio del Señor.

"El demonio será especialmente implacable contra las almas consagradas a Dios. Pensar en la pérdida de tantas almas es la causa de mi tristeza. Si los pecados aumentan en número y gravedad, no habrá ya perdón para ellos.

"Con valentía, habla con tu superior. El sabrá como dar a cada uno valor para rezar y lograr obras de reparación"

"Es el obispo Ito quien dirige vuestra comunidad."

Y Ella ser rió y entonces dijo:

"¿Todavía tienes algo que preguntar? Hoy es la última vez que yo te hablaré con voz viva. Desde ahora en adelante obedecerás al que que se te envía y a tu superior.

"Reza mucho las oraciones del Rosario. Solo yo puedo todavía salvarles de las calamidades que se acercan. Aquellos que ponen su confianza en mi se salvarán."


La estatua milagrosa fue tallada por Saburo Wakasa,budista japonés, inspirándose en una imagen de Nuestra Nuestra Señora de Todos los Pueblos y agregando rasgos japoneses al rostro. Tiene 3 pies de altura y fue esculpida de una sola pieza de madera de un árbol de Katsura.

lunes, 2 de mayo de 2011

El amor de María llena nuestro corazón


Dios es amor.

María Santísima es también amor.

Podríamos decir que María es el lado misericordioso y tierno del amor de Dios.
“Tú sola, Virgen María, le curas a Dios de todas las heridas que le hacemos los hombres. Por ti sola valió la pena la redención, aunque, afortunadamente, hay otras y otros que se han tomado en serio la redención ".

Este amor tuyo que, por un lado, sube hasta Dios y, por lo tanto, tiene toda la gratitud de una creatura, toda la profundidad de una madre, toda la pureza de una virgen; por otro lado, se dirige a nosotros, hacia la tierra, hacia tus hijos.

Cómo me impresionó -y aparte al principio no lo creí- leer aquellas palabras de San Alfonso María de Ligorio: "Si juntáramos el amor de todos los hijos a sus madres, el de todas las madres a sus hijos, el de todas las mujeres a sus maridos, el de los santos y los ángeles a sus protegidos: todo ese amor no igualaría al amor que María tiene a una sola de nuestras almas". Primero, no lo creí porque era demasiado grande para ser cierto. Hoy, lo creo, y posiblemente estas palabras de San Alfonso se quedaron cortas.

Yo me pregunto: si uno de veras cree en este amor que le tiene María Santísima como madre ¿podrá sentirse desgraciado? ¿Podrá sentirse desesperado? ¿Podrá vivir una vida sin alegría, sin fuerza, sin motivación? ¿Podrá alguna vez, en su apostolado, llegar a decir "no puedo, me doy"? ¿Podrá algún día decir : "renuncio al sacerdocio y lo dejo"? Si Cristo, por nosotros, dio su sangre, su vida, ¿qué no dará la Santísima Virgen por salvarnos? Ella ha muerto crucificada, espiritualmente, por nosotros. A Cristo le atravesaron manos y pies por nosotros; a ella una espada le atravesó el alma, por nosotros. Si Él dijo: "He ahí a tus hijos" ¿cómo obedece la Santísima Virgen a Dios? Entonces, cuánto nos tiene que amar. Y si somos los predilectos de su hijo: "vosotros sois mis amigos", somos también los predilectos de Ella.

El amor de María llena nuestro corazón, debe llenarlo. El amor de una esposa no es el único que puede llenar el corazón de un hombre como yo. El amor de María Santísima es muchísimo más fuerte, rico, tierno, confortante, que el de todas las esposas de la tierra. El amor de mi madre celestial llena, totalmente, mi corazón. Una mirada, una sonrisa de María Santísima, me ofrecen más que todo lo que pueden darme todas la mujeres de la tierra juntas.

¿Cuál debe ser mi respuesta a tan grande y tierno amor?

Como Juan Pablo II debemos decir cada uno de nosotros, también, "totus tuus": todo tuyo y para siempre. Aquella expresión que el Papa nos decía: "Luchando como María y muy juntos a María", que le repitan siempre: "totus tuus".

¿Por qué no llevarme a todas partes a la Santísima Virgen? En el pensamiento, en el corazón, y también, en una imagen, en un cuadro: su presencia es benéfica. Yo tengo en mi despacho y en mi cuarto una imagen de la Santísima Virgen. Con mucha frecuencia la miro, con mucha frecuencia le hablo y, también, la escucho. Siento su presencia y su amor a través de esa imagen.
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