En la última aparición, octubre de 1917, la Virgen María dijo por fin su nombre: “Soy la Señora del Rosario”, y volvió a insistir en su recomendación: “Sigan rezando el rosario todos los días".

viernes, 29 de abril de 2011

COPIA FIEL

Petición: María, nuestra máxima gloria como hijos consiste en ser una copia fiel tuya. Queremos que te sientas orgullosa de que tus hijos nos parecemos a ti.

Texto: La Visitación.

Primer punto: NO HE VENIDO A SER SERVIDA SINO A SERVIR.

De tal palo tal astilla, o de tal astilla tal palo. El hijo y la madre tan parecidos, no sólo en la cara sino en la vida. Dos vidas paralelas.

Dos personas que vinieron a inaugurar una nueva forma de vivir: No la del egoísmo, sino la de la generosidad y la entrega. El que no vive para servir, no sirve para vivir.

María es un sí a Dios, un sí a Jesús y un sí a los hombres.

Un sí a Dios: Hágase en mí según tu palabra. Pero no una vez o por un rato, sino en todas las oportunidades y siempre. María el encanto de Dios. Mirarla es sonreír. La única criatura que ha agradado en todo y siempre a Dios. Hermana nuestra, intercesora, pararrayos. Nuestra raza ha producido monstruos horrendos. Pero la figura de María le cura a Dios de todas las heridas que le provocan los hombres.

Un sí a Jesús: Soy tu madre, tu compañera, tu sostén hasta la muerte. Lo tuvo en brazos cuando era un bebé desvalido, lo defendió de la espada de Herodes, lo acompañó en su vida pública con su oración y fortaleza: Jesús hombre, el Siervo de Jahvé incomprendido se cobijó a la sombra reconfortante de María, encontrando el único alivio en la tierra, porque su padre lo “abandonó en la tierra”. “Dios mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?”

María cuidó de un hijo de Dios “abandonado” por el Padre y perseguido por los hombres. Es difícil imaginar hasta qué punto María ayudó a Jesús hombre en su dura travesía por la tierra. Le acompañó en la cuesta más dura, en el último trecho hacia el Calvario. María supo sostener con su oración y su presencia y con todo el amor de una madre a un dios semiagonizante que sudaba sangre en Gethsemaní. Y dio aliento a su hijo Dios crucificado para que terminara de entregar su vida por los hombres. En el templo lo entregó de niño en sus brazos. En el Calvario lo entregó de hombre en sus mismos brazos. “Padre, te ofrezco lo que queda de mi hijo en altar destruido de mi corazón de madre”.

Jesús murió en el lecho duro de la cruz. Pero cobijado por el amor y el abrazo heroico de María. Retuvo en sus ojos un mar de llanto con la compuerta de su fortaleza, para no herir más al herido de muerte. Cuando Jesús expiró, se rompieron los diques y María se convirtió en un mar de lágrimas. Jesús da gracias a María por haberlo ayudado a subir al Gólgota, por haberlo ayudado a morir como un crucificado. En la cruz no quedaba nada de la omnipotencia de Dios y nada de la dignidad del hombre. Era la aniquilación total. Jesús no hubiera podido sólo. Quiso necesitar la ayuda de María no sólo para nacer, sino para morir. Fue corredentora porque ayudo al Redentor a redimirnos.

Un sí a los hombres :No sabemos lo que le debemos a Dios. Ni sabemos lo que le debemos a María. Somos muy desagradecidos por se muy ignorantes de tanto amor. “Ahí tienes a tu hijo, a tus hijos. No te dé pena de cómo son. Ámalos y cuídalos, como si fuera yo mismo”. María ha tomado en serio como al mismo Dios el cuidar de ti y de mí. No cabe duda que uno de los momentos en que Dios me ha amado más es cuando me dijo: Ahí tienes a tu madre. Desde entonces hay un amor en mi vida, el más puro, el menos merecido, el de la madre más maravillosa. El corazón que amó a Dios me ama mí como madre. ¡Bendito el momento en que esto empezó a suceder! La madre de Dios es mi madre.

Ella me sostiene con su oración y amor a lo largo de mi vida, en mis problemas y sufrimientos y en la hora de mi muerte.

Si servir hace felices, María fue la mujer más feliz, porque fue la mejor servidora. El método ha funcionado siempre, igual que el del egoísmo jamás ha funcionado ni funcionará. El de servir al prójimo crea hombres y mujeres felices. Se sirve rezando por los infelices; se sirve sufriendo por los pecadores; se sirve dedicando tiempo, mi tiempo, al apostolado; se sirve dando algo mío, y se sirve, sobre todo, dándose a sí mismo con amor al prójimo.

SEGUNDO PUNTO: Donde está María las personas y las cosas cambian

Nazareth es un pueblo bendito por Ella y por Jesús y José. ¡Qué trilogía! Nunca tan pocos han hecho tanto por toda la humanidad. La casa de Zacarías no fue la misma desde que en ella se hospedó María. El nivel de gozo y serenidad subió al máximo. La boda de Caná, que hubiera acabado en un naufragio por escasez de vino, terminó siendo la boda más feliz, donde se sirvió el vino mejor del mundo. Por Ella. La vida de Jesús en este mundo hubiera sido insoportable sin Ella. Pero la vida de Jesús, la dura vida terrena del Hijo de Dios fue maravillosamente soportable por aquella flor de Nazareth.

La vida de un cristiano, la tuya, la mía es muy diferente: amable, dulce, llevadera, cuando María convierte nuestra pobre agua en dulce vino. María es la alegría de vivir para quien la toma simplemente en serio. Invito desde aquí a todos los tristes, pesimistas, amargados a que toquen a la puerta de María. Verán renacer la esperanza.

Y amar a María es la cosa más sencilla, más dulce, más inefable. El primer mandamiento de “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón...” podríamos adaptarlo así:”Amarás a María, tu Madre, una milésima menos de la que amas a Dios”.

TERCER PUNTO: Bendita tú que has creído...

Tu fe gigantesca borra la incredulidad aterradora de millones de ateos e incrédulos. Y Dios lo sabe, lo mide. Bendita por ti y bendita por nosotros, que tanto tenemos la cerrazón de Tomás. Tú dijiste, antes que él, sin pedir tocar ni ver:”Señor mío y Dios mío”, cuando aquel Dios era sólo un puñadito de células en tu seno.

Jesús diría a Tomás y a todos los incrédulos: “Dichosos los que sin ver creyeron”. En aquel momento la alabanza era para ti y para Juan. Después sería para todos los creyentes. Dichoso el que sigue creyendo en la Eucaristía, en la Iglesia, en Jesús, en María.

Creer es un acto de amor y confianza en el amado; no en lo que yo veo o palpo o discurro, sino en su palabra. Creer es fiarse, es amar, es entregarse sin agarraderas. La fe fue toda tu vida la estrella polar. La fe te salvó de la desesperanza y del orgullo; de la rutina y del cansancio. La fe es la victoria que vence al mundo. Tú eres la mujer vencedora por excelencia.

CUARTO PUNTO: Mi alma glorifica al Señor...

Debías cantar muy bellamente. Me gustaría oírte cantar uno de tus canciones favoritas, el Magnificat con el alma encendida de amor y gratitud a tu Creador. Sabías agradecer: Te nacía del alma como fuente a flor de corazón. Sabías ser humilde: Eras la humildad encarnada y transparente. Conocías tu grandeza, pero sabías que era regalo, y así lo proclamas: “Soy grande, andaré boca de todos los generaciones, porque Él es bueno y grande”. Yo sé que das las gracias a quien te reza un avemaría.

Te llamas esclava, palabra sublime de amor. Ser esclavo del amado representa la plena disponibilidad, el sí total; por eso al llamarte esclava te declarabas totalmente a las órdenes de tu amado, Dios.

Del amor hiciste tu identidad. Te podemos llamar Amor como san Juan llamaba a Dios. De amor llenaste la vida, y, así, esa vida se tornó maravillosa como todo lo que toca el amor. De amor viviste, y de amor moriste. Y de amor vivirás eternamente en el cielo; enamorada para siempre de tu Dios y enamorada de tus pequeños. Enséñanos a amar, a vivir de amor como tú.

Cuestionario

1-¿Estoy convencido de que servir a Dios y a los hombres es reinar?

2-¿Se da en mi vida una maravillosa y reconfortante presencia de María?

3-¿Me encuentro en el grupo de los bienaventurados que creen?

4-¿Me nace cantarle a Dios y a la Santísima Virgen?

domingo, 24 de abril de 2011

Reina y Madre de sus queridos hijos

Acto preparatorio:

Para dar novedad a la meditación voy a escribir una carta destinada a la Virgen María en el cielo. Una forma muy sencilla y profunda de manifestar el aprecio y cariño a una persona es a través de una carta. Lo importante no es mi carta sino la que tú escribas a María desde el fondo de tu corazón.

Objetivo que deseas lograr:

Aumentar muchísimo más mi amor y confianza en María Santísima y suscitar en mí un intenso deseo de imitarla. Entregarle mi vida, mi misión en la vida para que Ella logre un final feliz en la tierra y sobre todo en el cielo.

Petición:

Tú sí eres la Reina Madre de todos. Por eso asistir a tu coronación es asistir al triunfo de la Mujer más maravillosa, de la Reina más Santa , de la Madre más dulce que haya pisado la tierra. Concédeme ser un hijo digno de tal Madre, un súbdito leal a su Reina y un hombre o mujer semejante a ti.

Lectura: Ap. 12,1

“Una gran señal apareció en el cielo, una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”...

1. Querida y respetable señora, queridísima madre:

Sé que estoy escribiendo a la mujer más maravillosa del mundo.
Y esto me hace temblar de regocijo, de amor y de respeto.
Cuántas mujeres en el mundo, queriendo parecerse a ti,
llevan con orgullo santo el dulce nombre de María.
Cuantas iglesias dedicadas a tu nombre.

Tú eres toda amor, amor total a Dios
y amor misericordiosísimo a los hombres, tus pobres hijos.
Eres el lado misericordioso y tierno
del amor de Dios a los hombres,
como si tu fueses la especie sacramental
a través de la cual Dios se revela y se da
como ternura, amor y misericordia.

2. Estoy escribiendo una carta a la Madre de Dios:

Esa es tu grandeza incomparable.
Eres la gota de rocío que engendra a la nube
de la que Tú procedes.

Me mereces un respeto total, al considerar
que la sangre que tu hijo derramó en el Calvario
es la sangre de una mártir, es tu propia sangre;
porque Dios, tu hijo, lleva en sus venas tu sangre, María.

Pero el respeto que me mereces como Madre de Dios
se transforma en ímpetu de amor, al saber que eres mi madre|
desde Belén, desde el Calvario, y para siempre.
Y por eso después de Dios me quieres como nadie.
Yo sé que todos los amores juntos de la tierra
no igualan al que Tú tienes por mí.
Si estos es verdad, no puedo resistir la alegría tremenda
que siento dentro de mi corazón.

Pero ese amor es algo muy especial,
porque soy otro Jesús en el mundo, alter Christus.
Tú lo supiste esto antes que ningún teólogo,
desde el principio de la redención.
No puedo creer que me mires con mucho respeto.

Para ti un sacerdote es algo sagrado.
Agradezco a tu Hijo, al Niño aquél, maravilla del mundo,
que todavía contemplo reclinado en tus brazos,
su sonrisa, su caricia y su abrazo
que quedaron impresos a fuego en mi corazón para siempre.

Oh bendito Niño que nos vino a salvar.
Oh bendita Madre que nos lo trajiste.

Contigo nos han venido todas las gracias,
por voluntad de ese Niño.
Todo lo bueno y hermoso que me ha hecho,
me hace y me hará feliz, tendrá que ver contigo.
Por eso te llamamos con uno de los nombres más entrañables:
causa de nuestra alegría.

He sabido que tu Hijo dijo un día:
“Alegraos más bien de que vuestros nombres
estén escritos en el cielo”
Sí. Escritos en el cielo por tu mano, Madre amorosísima.
Cuando dijiste sí a Dios,
escribiste nuestros nombres en la lista de los redimidos.
Y esta alegría nos acompaña siempre,
porque Tú también como Jesús estás y estarás con nosotros todos los días de nuestra vida.
¡Qué hermosa es la vida contigo, junto a ti,
escuchándote, contemplando tus ojos dulcísimos
y tu sonrisa infinita!
También como a Dios, yo te quiero con todo mi corazón,
con toda mi alma y con todas mis fuerzas.

3. Sigo escribiendo mi carta a la que es puerta del cielo.

¡Cómo he soñado desde aquel día,
en que experimenté el cielo en aquella cueva,
en vivir eternamente en ese paraíso!
Junto a Dios y junto a ti, porque eso es el cielo.
La puerta de la felicidad eterna, sin fin,
tiene una llave que se llama María.
Cuando anhelo ese momento
en que tu mano purísima
me abra esa puerta del cielo eterno y feliz

Oh Madre amantísima, eres digna de todo mi amor,
por lo buena que eres,
por lo santa, santísima que eres,
la Inmaculada, la llena de gracia,
por ser mi Madre,
por lo que te debo: una deuda infinita,
porque, después de Dios, nadie me quiere tanto,
por tu encantadora sencillez.

Yo sé, Madre mía, que, después de ver a Dios,
el éxtasis más sublime del cielo será mirarte a los ojos
y escuchar que me dices: Hijo mío,
y sorprenderme a mí mismo diciendo:
Madre bendita, te quiero por toda la eternidad.

4. Oh Virgen clementísima, Madre del hijo pródigo

-Yo soy el hijo pródigo de la parábola de tu hijo-
que aprendiste de Jesús el inefable oficio de curar heridas,
consolar las penas, enjuagar las lágrimas,
suavizar todo, perdonar todo.
Perdóname todo y para siempre, oh Madre.

Bellísima reina, Madre del amor hermoso, toda hermosa eres, María.
Eres la delicia de Dios, eres la flor más bella
que ha producido la tierra.
Tu nombre es dulzura, es miel de colmena.
Dios te hizo en molde de diamantes y rubíes
y después de crearte, rompió el molde.
Le saliste hermosísima, adornada de todas las virtudes,
con sonrisa celestial...
Y cuando Él moría en la cruz, nos la regaló.
Por eso, Tú eres toda de Jesús por derecho,
y toda de nosotros por regalo.

Todo tuyo y para siempre,

Conclusión:

Asistimos hoy al desamparo de muchas madres que sufren antes de crear hijos, que siguen sufriendo al engendrarlos, y sufren mucho más al tener que educarlos, por no mencionar a las madres que suprimen a algún hijo. Todas tienen una Abogada en el cielo, que les ayuda misericordiosamente por ser ella también mujer y madre. Todas las que deseen saber cómo es, cómo ama y cómo se realiza una mujer deben mirar al cielo y contemplar a su celestial patrona e intercesora, la redentora de la mujer, de su maternidad, de su amor y de su felicidad en la tierra y en el cielo.

Oración:

El cielo es tu sitio, Virgen María. Y el cielo es también el sitio para tus hijos. No permitas que los hijos de una madre que vivió y murió de amor, vivan y mueran de hastío. Llévanos al cielo. Haznos vivir en la tierra como quienes están de paso hacia la felicidad eterna. Que dejemos pasar lo pasajero y nos aferremos a lo eterno. Amén.

Cuestionario:

1. ¿Es María Santísima para mí la más poderosa de las reinas y la más amorosa de las madres?.

lunes, 18 de abril de 2011

Oración a María del Buen Amor

 Esta novena fue escrita por el Padre Claudio Bert, párroco de la Capilla del Sanatorio San José.
 El día de la Virgen del Buen Amor es el 25 de febrero.



Oración a María del Buen Amor

Salve, Santa María, Madre del Verbo encarnado: María del Buen Amor.

Alabamos, veneramos y bendecimos tu dulce Nombre, María, ya que fuiste ungida por el buen amor del Espíritu Santo en el preciso instante de tu concepción.

Por el buen amor que el arcángel Gabriel te anunció, y que tú supiste entrañar en el tabernáculo de tu corazón virginal…

Por el ben amor que Dios te prodigó, mientras contemplabas en silencio al divino Niño recostado en el pesebre…

Por el buen amor que te inspiró salir al encuentro de Isabel, tu prima, donde pusiste melodía de alabanza feliz al Magnificat de la encarnación…

Por el buen amor que en el misterio de Nazaret acompasó las horas y los días en que tú cuidaste el fruto bendito de tu vientre…

Por el buen amor que quisiste compartir en las bodas de Caná, cuando interpusiste tu maternal mediación entre la omnipotencia de tu Hijo y las carencias de otros, que más tarde serían tus hijos…

Por el buen amor que te sostuvo de pie junto al misterio de la Cruz de tu Bendito Hijo moribundo…

Por el buen amor con que acariciaste piadosamente el Sacratísimo Cuerpo de tu Hijo, cuando lo bajaron del leño de la cruz…

Por el buen amor que cicatrizó la herida de tu Corazón traspasado, cuando recibiste el abrazo pascual de tu Hijo resucitado…

Por el buen amor de Dios que te revistió de luz y belleza, cuando tu Hijo, el Rey de la Gloria, te coronó como Reina de los Cielos…

Salve, Santa María del Buen Amor: en ti y en tu Hijo, en toda circunstancia, confiamos y esperamos recibir aquellas gracias que hoy imploramos en tu presencia. Amén.

Autor: Padre Claudio Bert

viernes, 15 de abril de 2011

HOMENAJE A NUESTRA SANTISIMA MADRE


Una hermosa canción y video en honor a nuestra santisima madre, espero les guste tanto como a mi...Gracias madre por tu amor y cuidados para con nosotros, gracias por rogar por nosotros y escuchar nuestras oraciones...bendita seas madre mia.

lunes, 11 de abril de 2011

RESPETABLE SEÑORA

Querida y respetable señora, queridísima madre:

Sé que estoy escribiendo a la mujer más maravillosa del mundo. Y esto me hace temblar de regocijo, de amor y de respeto. Cuántas mujeres en el mundo, queriendo parecerse a ti, llevan con orgullo santo el dulce nombre de María. Cuantas iglesias dedicadas a tu nombre.

Tú eres toda amor, amor total a Dios y amor misericordiosísimo a los hombres, tus pobres hijos. Eres el lado misericordioso y tierno del amor de Dios a los hombres, como si tu fueses la especie sacramental a través de la cual Dios se revela y se da como ternura, amor y misericordia.

Estoy escribiendo una carta a la Madre de Dios: Esa es tu grandeza incomparable.
Eres la gota de rocío que engendra a la nube de la que Tú procedes. Me mereces un respeto total, al considerar que la sangre que tu hijo derramará en el Calvario será la sangre de una mártir, será tu propia sangre; porque Dios, tu hijo, lleva en sus venas tu sangre, María.

Pero el respeto que me mereces como Madre de Dios se transforma en ímpetu de amor, al saber que eres mi madre desde Belén, desde el Calvario, y para siempre, y por eso después de Dios me quieres como nadie. Yo sé que todos los amores juntos de la tierra no igualan al que Tú tienes por mí. Si esto es verdad, no puedo resistir la alegría tremenda que siento dentro de mi corazón.

Pero ese amor es algo muy especial, porque soy otro Jesús en el mundo, alter Christus.
Tú lo supiste esto antes que ningún teólogo, desde el principio de la redención.
No puedo creer que me mires con mucho respeto. Para ti un sacerdote es algo sagrado.

Agradezco a tu Hijo, al Niño aquél, maravilla del mundo, que todavía contemplo reclinado en tus brazos, su sonrisa, su caricia y su abrazo que quedaron impresos a fuego en mi corazón para siempre.

Oh bendito Niño que nos vino a salvar.
Oh bendita Madre que nos lo trajiste.

Contigo nos han venido todas las gracias,
por voluntad de ese Niño.

Todo lo bueno y hermoso que me ha hecho,
me hace y me hará feliz, tendrá que ver contigo.

Por eso te llamamos con uno de los nombres más entrañables: Causa de nuestra alegría.

He sabido que tu Hijo dijo un día: "Alegraos más bien de que vuestros nombres estén escritos en el cielo" Sí. Escritos en el cielo por tu mano, Madre amorosísima. Cuando dijiste sí a Dios, escribiste nuestros nombres en la lista de los redimidos. Y esta alegría nos acompaña siempre, porque Tú también como Jesús estás y estarás con nosotros todos los días de nuestra vida.

¡Qué hermosa es la vida contigo, junto a ti, escuchándote, contemplando tus ojos dulcísimos y tu sonrisa infinita. También como a Dios, yo te quiero con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas.

Sigo escribiendo mi carta a la que es puerta del cielo. ¡Cómo he soñado desde aquel día,
en que experimenté el cielo en aquella cueva, en vivir eternamente en ese paraíso! Junto a Dios y junto a ti, porque eso es el cielo. La puerta de la felicidad eterna, sin fin, tiene una llave que se llama María. Cuanto anhelo ese momento en que tu mano purísima me abra esa puerta del cielo eterno y feliz.

Oh Madre amantísima, eres digna de todo mi amor, por lo buena que eres, por lo santa, santísima que eres, la Inmaculada, la llena de gracia, por ser mi Madre, por lo que te debo: una deuda infinita, porque, después de Dios, nadie me quiere tanto, por tu encantadora sencillez.

Yo sé, Madre mía, que, después de ver a Dios, el éxtasis más sublime del cielo será mirarte a los ojos y escuchar que me dices: Hijo mío, Y sorprenderme a mí mismo diciendo: Madre bendita, te quiero por toda la eternidad.

Oh Virgen clementísima, Madre del hijo pródigo. -Yo soy el hijo pródigo de la parábola de tu hijo- que aprendiste de Jesús el inefable oficio de curar heridas, consolar las penas, enjugar las lágrimas, suavizar todo, perdonar todo. Perdóname todo y para siempre, oh Madre.

Bellísima reina, Madre del amor hermoso, toda hermosa eres, María. Eres la delicia de Dios, eres la flor más bella que ha producido la tierra. Tu nombre es dulzura, es miel de colmena. Dios te hizo en molde de diamantes y rubíes Y después de crearte, rompió el molde. Le saliste hermosísima, adornada de todas las virtudes, con sonrisa celestial... Y cuando Él moría en la cruz, nos la regaló. Por eso, Tú eres toda de Jesús por derecho. y toda de nosotros por regalo.

Todo tuyo y para siempre,

viernes, 8 de abril de 2011

Madre, no he sabido ser un buen hijo


Nos hablaron de María en el sermón de la Iglesia: Bajaste los ojos tristes. ¡Qué Madre tan grande, tan maravillosa; Madre Purísima, Santísima, tan desperdiciada!

No has sabido ser buen hijo; ¡qué lejos de serlo! Has vivido a tu cuenta y riesgo la dureza de la orfandad; pero Ella sigue siendo tan buena madre como siempre: por Ella has logrado grandes cosas, sin merecerlo, sin saberlo, incluso, y sin haberlo agradecido.

Si antes no supiste o no quisiste hacerte digno de María Santísima, ahora, ¿cuál va a ser tu comportamiento con Ella? De ahora en adelante..., siempre dices así cuando terminas unos ejercicios, y ahora también lo dices; pero ser santo requiere agallas más duras que las de quien dice: ‘Ahora sí’. Renovarse, nunca jamás, a pesar de las caídas, las crisis, las sequedades, tan duras, eso es querer la santidad.

Estás asustado de cómo te doblan, como a junco ribereño, los vientos débiles del norte; necesitas templarte y endurecerte a todos los vientos y tempestades; tienes que pasar la prueba del persistir como si tal cosa: la prueba del hastío, del no siento, del no tengo ganas, la dura prueba de la tentación insistente, que se enrosca en la sicología como pitón. Tres veces rogaste al Señor que se apartara de ti; más de tres y cuatro veces has rogado que el estigma de Satanás te sea retirado, pero el estigma sigue metido en la carne.

A Pablo le dijeron: “Te basta mi gracia, porque en la debilidad se perfecciona la virtud”. Y a ti te dicen lo mismo.

martes, 5 de abril de 2011

ACUDIR A MARIA

Nadie se crea completamente perdido por sus pecados e innumerables y graves culpas, porque si invoca a María, ciertamente que obtendrá el perdón y la salvación.

No hay nadie que en medio de su desesperación haya invocado a María y haya quedado desilusionado, porque la Virgen no se deja ganar en generosidad, y acude presto al encuentro del pecador y le tiende su mano para salvarlo del mar tempestuoso.

Aunque estemos con un pie en el Infierno, aunque nos creamos ya condenados y estemos convencidos de que ya para nosotros no hay salvación posible y que nos espera el averno, ¡no dejemos de invocar a María en nuestro auxilio!, y veremos cómo poco a poco se van disipando nuestros terrores y recuperaremos la esperanza perdida; y no solo eso, sino que Ella, la Virgen poderosa, nos premiará y elevará a un grado más alto de santidad y nos tomará como sus hijos más queridos, porque el diablo se ensañó con nosotros, y por eso somos más amados de María.

sábado, 2 de abril de 2011

Es Madre de Jesús y nuestra

María es toda de Jesús por derecho, y toda de nosotros por regalo. Pero es toda nuestra y, por tanto aquí, no pensemos que robamos, porque nos la han dado. No pensemos que somos demasiado pecadores, demasiado indignos, para tenerla como madre, porque, a pesar de que eso es cierto, también es cierto que ella es madre nuestra. No nos puedes ver separados de Jesús, como hijos añadidos, sino injertados en su sangre y en la tuya. Por lo tanto, la seriedad con la que una madre ve a su hijo, como su hijo, queda muy lejos de la seriedad, la profundidad y el amor con que nos ve María Santísima a cada uno de nosotros: somos más hijos de ella que de nuestra propia madre de la tierra

La ingratitud con Dios es terrible porque se ofende al Amor con mayúscula. Se desprecia un amor eterno, un amor divino, un amor maravilloso y totalmente gratuito. De una manera semejante, olvidar, despreciar, el amor de una madre tan grande, es una ingratitud terrible. Pero, siendo los sacerdotes hijos predilectos de María Santísima, nuestra ingratitud adquiere unas dimensiones mucho más grandes. Es terrible que un cristiano cualquiera no ame a la Santísima Virgen, no confíe en Ella, pero que un sacerdote, que es otro Jesús, otro Cristo, desprecie, olvide, no ame, no confíe inmensamente en la Santísima Virgen, es un pecado de ingratitud muy grave, muy triste.

“Los pecados que ofenden a Dios lastiman tu corazón porque hieren el corazón de tu hijo y hacen un daño terrible a tus hijos”. “Cómo tengo que decirte esto, Madre: te he llevado pocas flores hasta el día de hoy”.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...