En la última aparición, octubre de 1917, la Virgen María dijo por fin su nombre: “Soy la Señora del Rosario”, y volvió a insistir en su recomendación: “Sigan rezando el rosario todos los días".

lunes, 30 de abril de 2012

Su nombre: María



María, cuyo Nombre cantan los cielos y la tierra, ¡bendita seas!...
¡Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre!...

¿Por qué tributamos alabanzas tan especiales al Nombre de María? ¿Por qué el Nombre de María nos dice tanto? ¿Por qué repetimos sin más, sola ella, la palabra ¡MARIA!... 
Hemos oído tantas veces el Evangelio de la Anunciación en las Misas de la Virgen, que nos sabemos más que de memoria estas palabras: Y la Virgen se llamaba María.

El nombre de MARIA, junto con el Nombre adorable de Jesús, es lo más entrañable que tenemos metido en nuestras almas. ¿Será preciso desatarnos ahora en alabanzas al Nombre de María? 
Porque podríamos hacerlo con el romanticismo cariñoso de años atrás, cuando tenía éxito seguro el canto con una letra como ésta: 
Es más dulce tu nombre, María, que el arrullo de tierna paloma, es más suave que el plácido aroma que en su cáliz encierra la flor... 

Y muchos cantos por el estilo, hoy pasados totalmente de moda, y que casi nos excitan un poquito la hilaridad y nos arrancan una sonrisa compasiva con los soñadores de años atrás... 

Nosotros, sin dejar los encantos de una piedad mariana así de soñadora y tierna, lo miramos desde otra perspectiva, y nos preguntamos: ¿Qué significa para María su nombre? ¿Qué significa, sobre todo, para nosotros?..

Dejemos a los estudiosos de la Biblia que se entretengan desentrañando las raíces de un nombre tan hermoso. María, como ya se llamó la hermana de Moisés, era un nombre muy común de mujer en Israel cuando los tiempos de Jesús. Y nos dicen los filólogos que puede significar hermosa, señora, princesa, excelsa, encumbrada, y no sé cuántas cosas más, a cada cual más bella y sugerente...

A poco que leamos la Biblia, sabemos que cuando Dios elegía a uno para una misión especial, Dios le escogía el nombre o le cambiaba el que ya tenía. Valga por todos los casos el de Simón. Jesús lo mira de hito en hito, y le dice: 

Tú te llamas Simón. En adelante te llamarás Pedro, piedra, roca, porque sobre esta roca yo edificaré mi Iglesia. 

María venía al mundo con la misión más alta, como era el ser La Madre de Dios, y, sin embargo, ni escoge ni le cambia el nombre. Se llamará, simplemente, MARIA, el nombre que le pusieron sus padres. 

Ni tan siquiera ha triunfado el nombre aunque haya triunfado la realidad con que le llamó el Angel: La Agraciada, La Llena de Gracia, la colmada con todos los dones y gracias de Dios... 

¿Pero, qué ha hecho la piedad cristiana? Le ha dado tantos nombres a la Virgen, que ya no sabemos ni con cuál llamarla. 

Y la llamamos con el nombre de los misterios de su vida: Inmaculada, Concepción, Natividad, Purificación, Presentación, Anunciación, Encarnación, Soledad, Dolores, Asunción... 

Y la llamamos con el nombe de sus advocaciones: Carmen, Mercedes, Rosario, Socorro, Patrocinio, Auxiliadora, Con-suelo... 

Y la llamamos con el nombre de sus santuarios y apariciones: Loreto, Lourdes, Fátima, Pilar, Guadalupe, Montserrat, Luján, Aparecida, Begoña, Nuria...

Y sigamos y sigamos contando, porque la llamamos también con nombres locales nuestros, tan queridos: Marielos, Suyapa, María Paz...Y cada una de nuestras Repúblicas nos dictaría una lista bien interesante. 

Todos ellos son el mismo Nombre de María, pero desdoblado, como la luz en el prisma, tal como lo siente y vive nuestra devoción a la Madre de Dios y Madre nuestra.

Más importante es, sin embargo, la invocación constante que hacemos del Nombre de María. 

Las veces que la llamamos con gritos del corazón. 
Las veces que nos dirigimos a Ella, diciéndole sólo ¡MARIA! Que unas veces es un grito de júbilo. O un grito de amor. O un grito de auxilio. 

Porque ¡María! es un grito que se acomoda a todos los sentimientos de nuestro corazón y a todas las situaciones de nuestra vida. 
¿Cómo responde María a nuestro saludo, cuando pronunciamos su Nombre? Nadie nos lo ha dicho, pero no necesitamos mucha imaginación para suponerlo... ¡Con qué ojos y con qué sonrisa que nos debe mirar! ¡Con qué cariño que se debe volcar sobre nosotros!... 

Como lo hiciera un día con San Bernardo, el monje que pasa como el mayor devoto de María. Cuando caminaba por los claustros de su monasterio, al pasar delante de una imagen de la Virgen le inclinaba la cabeza y la saludaba: ¡Salve, María!. Y así siempre. Hasta que un día ve cómo la imagen se anima, y responde muy educada al saludo: ¡Salve, Bernardo!...

Valdría la pena seguir, ¿verdad?... Pues, aquí nos vamos a quedar hoy. Dándole a Ella el gusto de recordarle su Nombre: y el nombre de la Virgen era María. 
Aquí nos quedamos, saboreando la miel que destila en nuestra boca el dulce Nombre de María. Y afinamos el oído, a ver si oímos su respuesta, y nos contesta también: ¡Salve, Chelita! ¡Salve, Javier! ¡Salve, Manolo! ¡Salve, Lineth!....



Autor: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net

jueves, 26 de abril de 2012

Mensaje del 25 de abril de 2012 en Medjugorje, Bosnia-Herzegovina


“¡Queridos hijos! También hoy los invito a la oración y a que su corazón, hijitos, se abra a Dios como una flor hacia el calor del sol. Yo estoy con ustedes e intercedo por todos ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado.”

viernes, 20 de abril de 2012

EL SANTO NOMBRE DE MARIA

El nombre de María, es nombre de salvación para los regenerados, señal de todas las virtudes, honra de castidad; es el sacrificio agradable a Dios; es la virtud de la hospitalidad; es la escuela de santidad;
es, por fin, un nombre completamente maternal (San Pedro Crisólogo).
El nombre de María es como un bálsamo que corre agradablemente sobre los miembros de los enfermos y los penetra con eficacia. Es semejante a este óleo, que por sus unciones, reanima y suaviza, da fuerza, flexibilidad y salud. Mucho más que el nombre de todos los Santos, el de María nos reposa de nuestra fatiga, cura todos nuestros males, ilumina nuestra ceguera, conmueve nuestra obstinación y nos da coraje para enfrentar nuestro desánimo. María es la vida y la respiración de sus servidores, la salud de los enfermos, el remedio de los pecadores. Ricardo de San Víctor, interpretando estas palabras del Eclesiástico (VII, 2): “Es mejor el buen nombre que los preciosos bálsamos”, las aplica a la Bienaventurada Virgen: “El nombre de María cura los males del pecador con mayor eficacia que los ungüentos más buscados; no hay enfermedad, por desastrosa que sea, que no sucumba inmediatamente a la voz de este bendito nombre".
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El nombre de María abre el corazón de
Dios y pone todos sus tesoros a
disposición del alma que lo invoca.
Nuestro Divino Salvador, si no recuerdo mal, nos lo quiso recomendar cuando, resucitando entre los muertos, el primer nombre que salió de sus labios fue el de María.
En efecto, dirigiéndose a Magdalena, la primera a quien Él apareció después de su Resurrección, le dijo (Juan XX, 16): “María”, para nosotros significa que el nombre de María encierra la vida en sí mismo y se armoniza también con la vida inmortal, que merece ser la primer palabra en salir de la boca del Salvador, que ya poseía la inmortalidad. Esta reflexión es hecha por Cesáreo, en su homilía sobre la Visitación.
Nombre que desarma y abre el corazón de Dios, en favor de los hombres
Y añadimos con el Padre J. Guibert, que así se expresa en su Meditación para la fiesta del Santo Nombre de María: “El nombre de María desarma el corazón de Dios. No hay pecador, por más criminal, que pronuncie en vano ese nombre. Aunque mereciese, por sus faltas, toda la cólera del cielo, él queda protegido como por un pararrayos, después que pronuncia el nombre de María".
A este nombre, el perdón desciende infaliblemente sobre las almas de los pecadores, no porque Ella tenga el derecho de concederlo, pero porque es omnipotente para implorarlo – Omnipotencia suppex. El nombre de María abre el corazón de Dios y pone todos sus tesoros a disposición del alma que lo invoca.
La historia nos enseña que una multitud de Santos piadosos hicieron el voto de jamás rechazar una limosna que les fuese pedida en tal o cual nombre. Así que escuchaban el nombre amado, ellos siempre daban hasta el último óbolo y hasta sus propias ropas. El nombre de María tiene ese poder mágico sobre el corazón de Dios. Dios Hijo, Jesucristo, entrega todo lo que tiene a aquellos que les extienden la mano en nombre de su Madre; Dios Padre, fuente de toda riqueza, concede toda gracia a aquellos que mendigan delante suyo, invocando el nombre de su Hija Bien amada. (...)
Nombre de salvación y de alegría
El nombre de María es un nombre salvador, sobre todo en los peligros de orden moral. ¡Cuántas tentaciones fueron vencidas, cuántos pecados evitados, cuántos corazones inmundos purificados, cuántas penosas confesiones extraídas de almas que se creían para siempre cerradas!
Es también un nombre de consolación y de alegría. Él disipa la tristeza en el alma que lo pronuncia. ¿Tienes miedo de Dios y de su juicio? Pensad en María e invocad su nombre: vuestra confianza en Dios renacerá. ¿Tienes miedo de los hombres, delante de los cuales te cubriste de vergüenza y perdiste la reputación? Pensad en María e invocad su nombre: y no tendréis más recelo de levantar los ojos delante de vuestros semejantes. ¿Os aplasta el peso de la humillación o del dolor físico? Pensad en María, invocad su nombre y seréis aliviados. ¿Temes a la muerte horrible que rompe y pone fin a todo? Pensad en María, invocad su nombre y tendréis el coraje de aceptar ese supremo sacrificio.
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 "Este nombre tiene más virtud que el de todos los nombres
de los Santos para consolar a los débiles, curar a los enfermos,
iluminar a los ciegos, ablandar corazones endurecidos, fortificar
a los que combaten, animar a los cansados
y derribar el poder de los demonios".
Nombre de fuerza
El nombre de María, en definitiva, es un nombre de fuerza. Cualesquiera que sean los enemigos que os amenazan, vengan ellos del Infierno, como el demonio que os tienta; o vengan del mundo, como los adversarios que os persiguen, invocad el poderoso nombre de María y a todos venceréis.
Cualesquiera que sean vuestras propias flaquezas, provengan ellas del orgullo, de la envidia, de la sensualidad o de la pereza, confiad vuestro débil corazón a la solicitud de la Virgen, invocad el poderoso nombre de María y os venceréis a vosotros mismos.
Precioso tesoro de la Santísima Trinidad
Recogiendo opiniones de los santos Doctores sobre el nombre de María, San Juan Eudes nos trae esta admirable síntesis:
“El nombre de María, dice San Antonio de Padua, es júbilo para el corazón, miel para la boca y dulce melodía para los oídos".
“Bienaventurado el que ama vuestro nombre, Oh María (es San Buenaventura quien habla), porque este santo nombre es una fuente de gracias que refresca el alma sedienta y produce frutos de justicia".
“Oh Madre de Dios, dice el mismo Santo, qué glorioso y admirable es vuestro nombre. El que lo lleva en su corazón se verá libre del miedo de la muerte. Basta con pronunciarlo para hacer temblar a todo el infierno y expulsar a todos los demonios. Los que desean poseer la paz y la alegría en el corazón, que honren vuestro santo nombre".
“El nombre de María, dice San Pedro Crisólogo, es nombre de salvación para los regenerados, señal de todas las virtudes, honra de castidad; es el sacrificio agradable a Dios; es la virtud de la hospitalidad; es la escuela de santidad; es, por fin, un nombre completamente maternal".
“Oh amabilísima María, exclama San Bernardo, ¡vuestro santo nombre no puede pasar por la boca sin abrazar el corazón! Los que os aman no pueden pensar en Vos, sin un consuelo y un gozo muy particular. Nunca entras sin dulzura en la memoria de los que os honran”.
“Oh María, dice San Abad Raimundo Jordán, llamado el Idiota, la Santísima Trinidad os dio un nombre que, después del de vuestro Hijo, está por encima de todos los nombres; nombre a cuya pronunciación deben doblar las rodillas todas las criaturas del Cielo, de la tierra y del Infierno, y toda lengua confesar y honrar la gracia, la gloria y la virtud del santo nombre de María. Porque, después del nombre de vuestro Hijo, no hay quien sea tan poderoso para asistirnos en nuestras necesidades, ni de quien debamos esperar más ayuda de la que necesitamos para nuestra eterna salvación".
“Este nombre tiene más virtud que el de todos los nombres de los Santos para consolar a los débiles, curar a los enfermos, iluminar a los ciegos, ablandar corazones endurecidos, fortificar a los que combaten, animar a los cansados y derribar el poder de los demonios” (...).
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  El nombre de María es un nombre salvador,
sobre todo en los peligros de orden moral.
¡Cuántas tentaciones fueron vencidas, cuántos
pecados evitados, cuántos corazones inmundos
purificados, cuántas penosas confesiones
extraídas de almas que se creían
para siempre cerradas!
Escuchemos a San Germán de Constantinopla: “Al igual que la respiración, dice, es no sólo el signo, sino también la causa de la vida, así que cuando véis cristianos que con frecuencia tienen el santo nombre de María en sus bocas, es señal que están vivos con la verdadera vida. El cariño especial que tienen para este sagrado nombre, da vida a los muertos, conserva la vida y los llena de gozo y bendición”.
En una palabra, quien dice María, dice el más precioso tesoro de la Santísima Trinidad, como afirma Orígenes. Quien dice María, dice el más admirable ornamento de la casa de Dios. Quien dice María, dice la gloria, el amor y las delicias del Cielo y de la Tierra.
Nombre terrible para los demonios
Concluímos con estas fervorosas palabras del venerable Tomás de Kempis, respecto del glorioso nombre de la Madre de Dios:
Los espíritus malignos tiemblan ante la Reina de los Cielos, y huyen como se corre del fuego, al escuchar su santo nombre. Les causa pavor el santo y terrible nombre de María, que para el cristiano es en extremo amable y es constantemente celebrado.
No pueden los demonios comparecer ni pueden poner en juego sus artimañas donde ven resplandecer el nombre de María. Como el trueno que resuena en el cielo, así caen derribados al escuchar el nombre de Santa María. Y cuanto más a menudo se profiere este nombre y más fervorosamente se invoca, más rápido y más lejos se escapan.
Nombre que debe ser continuamente invocado
De otro lado, los Santos Ángeles y los espíritus de los justos se alegran y se regocijan con la devoción de los fieles, al ver con cuánto afecto y frecuencia celebran esta memoria de Santa María, cuyo glorioso nombre aparece en todas las iglesias de la tierra, especialmente en las consagradas en su alabanza. Y es justo y digno que encima de todos los Santos sea honrada en la Tierra la Madre de Dios, a quien los Ángeles veneran todos a una sola voz, con sublimes cantos.
Sea por tanto el nombre de María venerado por todos los fieles, siempre amado por los devotos, vinculado a los religiosos, recomendado a los seglares, anunciado por los predicadores, infundido a los afligidos, invocado en todos los peligros.

lunes, 16 de abril de 2012

GRUPO DE ORACION ONLINE


Debido a la gran acogida de mis amigos de otros paises que les encantaria participar en el grupo de oración pero que lastimosamente por estar en otras partes no pueden, algunos me sugirieron hacer un grupo de oración online asi que ya es el momento para hacerlo, y para iniciar debemos ponernos de acuerdo en el horario, asi que les pido por favor me envien un email a oraciondecristal@hotmail.com diciendome que horario y que dia de la semana te es mas conveniente para conectarte con nosotros y hacer el santo rosario.

Gracias.

Ingrid

sábado, 14 de abril de 2012

REZAD EL ROSARIO

"A todos aquellos que durante cinco meses,
el primer sábado de mes, se confesaren,
recibiendo la Sagrada Comunión, rezaren un tercio
del Rosario y me hicieren quince minutos de compañía
meditando en los quince misterios del Rosario con el
fin de desagraviarme, prometo asistirlos a la hora
de la muerte con todas las gracias
necesarias para la salvación de sus almas".

viernes, 13 de abril de 2012

Con María, en la puerta de la Misericordia

Mañana es la fiesta de la Misericordia. En la silenciosa semipenumbra de la Parroquia, te contemplo en tu imagen de la Inmaculada Concepción.

- Perdona Madre, que no haya podido escribir nada para la fiesta de la Misericordia... quizás el año que viene..

- ¿Por qué quieres esperar tanto, hija mía?

Desde la ternura de tu Corazón Inmaculado te acercas al mío, tan lento para comprender...

- Hija, la Misericordia de Jesús tiene una fiesta para honrarla especialmente. O sea, tienes un día para festejarla, pero toda la vida para disfrutarla, si quieres, claro. Acercarte a ella, animar a otros a que lo hagan, no tiene una fecha fija en el Calendario...

- Perdona Madre... entonces, enséñame a acercarme a la Misericordia, que no sé bien como se hace eso...

- ¿Qué es, exactamente, lo que no sabes?

- Bueno... perdona la torpeza de mi razonamiento, pero.. si la Misericordia, digamos, tuviese un lugar físico, como ir a tal o cual lado... bueno, seria mas fácil. Como si fuera un gran jardín con una puerta. Solo bastaría con saber donde esta la puerta...

Me miras serenamente y dices...

- Ven, sígueme...

- ¿Adónde, madre?- ¡Que inútil pregunta! Si tu me dices que te siga, ¿Para qué preguntar dónde? Si siempre me llevas al Corazón de tu Hijo...

- Pues... a la puerta del jardín-susurras bajito para no lastimar el silencio de la mañana...

Bueno, no voy a negar que mi imaginación dibujó cien jardines majestuosos en un segundo. Delineaba en mi cabeza un largo trayecto por lugares desconocidos... Pero nada de eso sucede. El trayecto es corto y el lugar por demás conocido.

Solo unos pocos pasos, desde tu imagen hasta... el confesionario...

-¿Querías conocer la puerta de la Misericordia?. Pues aquí la tienes.

No atino yo a reaccionar, mucho menos a preguntar, por lo que tu ternura infinita comienza a explicarme...

- Verás. Este sencillo y pequeño lugar tiene una profundidad que no puedes comprender totalmente. A esta pequeña puertecita se acerca el alma cargada de pecados, angustia, tristeza y dolor. Aquí, el corazón se muestra sin disfraces, tal como es. Aquí, cada hijo mío viene confiado a pedir perdón, un perdón que necesita, que ansía. Un perdón que le ha sido prometido desde las entrañas de la Misericordia, a cambio de un sincero arrepentimiento.

- Ay Madre, cuantas veces la pequeña puertecita del confesionario se abrió para mí. Infinidad de veces mi alma, llena de culpa y vergüenza por tantos pecados, hallo paz al recibir el perdón que tu Hijo, a través del sacerdote, me regalaba...

- A través del sacerdote, tú lo has dicho. Por eso, es que no debes renunciar a la posibilidad de la confesión sólo porque el sacerdote no te agrada, no le conoces y todos los etcétera imaginables. Mira, para que me comprendas mejor, nos quedaremos un momento aquí, y apreciarás por ti misma, los perfumes del jardín de la misericordia.

El silencio de la mañana es interrumpido por un rumor de pasos. El sacerdote se acerca al confesionario y queda allí, en espera. Algunas personas van entrando a la Parroquia y los bancos van poblándose lentamente.

- Mira con atención -me sugiere María.

Mi corazón aprecia entonces una lluvia de rosas en espera, rodeando el confesionario.

- ¿Qué es eso, Madre?-mientras pregunto, mis pulmones se llenan del perfuma más exquisito que haya conocido jamás.

- Esos pétalos en espera, representan la Misericordia de Jesús aguardando un alma que venga por ella. Acércate más.

Sin que el sacerdote lo note, me acerco hasta él. El paisaje ha cambiado y el hombre se halla sentado a la puerta de un vastísimo jardín. Sus manos se hallan inundadas de pétalos. Mientras reza en silencio, de su aliento sale el perfume indescriptible de la misericordia. Pero allí se queda, no se extiende ni un centímetro.

- ¡Madre, corre, dile a esas personas que vengan!. Mira sus almas, Madrecita, están tristes, agobiadas, doloridas..... Si tan sólo pudieran ver esto, Madre, correrían agolpándose frente al confesionario, para inundarse del Amor derramado en perfumes eternos.

Pero ¿qué digo? Si yo misma miles de veces estuve en el lugar de mis hermanos. Mil veces, como ellos, me quedaba arrodillada en el banco, cargando tanto peso en el alma que apenas si podía rezar. Mil veces deje los pétalos en espera, mil veces no bebí de la fuente del Amor...”Ni bien pueda, me confieso””Cuando halle a tal o cual cura me confesare” ”Hoy no lo siento, cuando lo sienta lo haré” ¡Que desperdicio, Madrecita, que desperdicio!.

- Presta atención, hija mía, a lo que ahora te mostrare.

Una señora se acerca al confesionario. Se arrodilla lentamente y recibe el saludo del sacerdote.

En ese momento los pétalos comienzan a rodearla. A medida que confiesa sus faltas, una lluvia de luz y perfume desciende a su alma. Cuando reza el Pésame, se oyen los trinos de los pájaros del jardín, en una melodía única que jamás podría interpretar instrumento alguno. El sacerdote le da su bendición, unos ángeles se acercan... la señora se levanta y mira hacia el Sagrario. En ese momento Jesús, sentado en el lugar del sacerdote, sale del pequeño recinto del confesionario y la abraza. Su alma se halla ahora en estado de gracia, hermosa, casi con alas, y totalmente perfumada.

- Señora, jamás pensé... ¡Oh Señora!. Quiere decir que todo lo que me has mostrado en esa buena mujer, ¿También ha sucedido conmigo hace un rato, cuando me confesé?

- Claro, hija, claro. Pero aun no hemos visto todo el jardín. Te he mostrado la puerta.Te has acercado a ella, por lo que ahora, te es permitido entrar.

- ¿Entrar?¿Por cuánto tiempo?

- Por el que tu quieras...

Reconozco que mi capacidad de asombro se agota enseguida contigo, Madre. Pero tu, que renuevas en mi corazón todas las cosas, me darás mas asombro para poder seguirte.

Comienza la Misa. Cada palabra del sacerdote llega a mi corazón. Pero no me faltan las involuntarias distracciones, pues mi corazón, humano e inconstante, se escapa corriendo tras cuanto pensamiento pasa cerca de él. Pero tu paciencia, Madre, que supera infinitamente mi pobreza, una y otra vez, lo trae a mí.

Llega el momento de la Comunión.

- Mira el jardín -me dices.

Veo a la misma señora del confesionario acercarse a comulgar. Un inmenso jardín la rodeaba y su alma, extasiada de gozo, abrazaba al Maestro, hecho Pan Eucarístico.

Pero el jardín no es constante. No todas las personas salen envueltas en pétalos y perfumes.

- ¿Porqué Madrecita, no a todos les es mostrado el jardín?

- Porque no todos lo han buscado, hija. Algunos se han acercado a recibir a Jesús con el alma demasiado cargada de pequeñas faltas. Otros han ido como por costumbre. El maestro golpea una y otra vez la puerta del corazón, pero éste se halla tan ocupado encargándose de sus propios asuntos, que no escucha el llamado. Y allí queda Jesús, casi una hora, esperando y esperando... Hasta que decide irse. Sus manos, que estaban llenas de Misericordia, hecha pétalo y perfume de eternidad, ahora quedan cargadas de las espinas del olvido, que tanto le lastiman.

Poco a poco intento comprender. El sacerdote me da la Comunión, y la misericordia de Dios me abraza. La disfruto en silencio, pero me queda una gran tristeza por mis hermanos.

Si mi corazón disfruta de un abrazo de la Misericordia, es por su bondad, no por mis méritos. Pero algo me resta por comprender.

- Madre, si ahora estoy en el jardín de la misericordia ¿por qué no permanezco en él?

- Pues, porque te dejas engañar por el espejismo del pecado y te sales, seducida por el canto de las sirenas.

- ¿Por qué Jesús no cierra las puertas, para que no pueda yo salir?

- Porque respeta tu libertad. Recuerda que ese es uno de los regalos más bellos que te ha dado, pero el más difícil de disfrutar. Tu libertad se viste con extraños disfraces. Digamos que es como una gran ola del mar y tu, una tabla. Dejas que te arrastre donde quiera, o te trepas a la tabla, como el deportista, y la dominas...

Me quedo en silencio. Sigo sintiendo en el alma la compañía de Jesús Sacramentado. Tengo mucho para meditar... Mucho para aprender y sobre todo, muchísimo más que agradecer...

La misa ha terminado. Camino lentamente hacia la salida del templo. Paso frente al confesionario... Parece solitario, pero no... no lo está. Tu, Madre querida, me has enseñado a ver, tras esa sencilla y pequeña puerta, el jardín de la eterna misericordia. Dame la gracia, Madre, de grabar en mi alma tus enseñanzas, de reconocer mis pecados y de acercarme, en cada oportunidad, a las puertas del jardín de la infinita misericordia, o sea, al Sagrado Corazón de Jesús.

autora:
María Susana Ratero.


NOTA de la autora: "Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna."

miércoles, 11 de abril de 2012

EL Rosario medio fácil y seguro de salvación



Por especial designio de la infinita misericordia de Dios, María Santísima reveló al gran Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Dominicanos, un medio fácil y seguro de salvación: el Santo Rosario.
Siempre que los hombres lo utilizan, todo florece en la Iglesia, en la tierra pasa a reinar la paz, las familias viven en concordia y los corazones son abrazados de amor a Dios y al prójimo.
Cuando de Él se olvidan, las desgracias se multiplican, se implanta la discordia en los hogares, el caos se establece en el mundo...
El Avemaría, base del Nuevo Testamento
Santo Domingo vivió en una época de grandes tribulaciones para la Iglesia.
La terrible herejía de los albigenses se esparció en el sur de Francia y amenazaba toda Europa. La profunda corrupción moral de ella procedente hacia dudar sobre los fundamentos de la propia sociedad temporal.
Por medio de arduas predicaciones, durante años intentó él reconducir al seno de la Iglesia a aquellos infelices que se habían desviado de la verdad. Pero sus elocuentes e inflamadas palabras que no conseguían penetrar aquellos corazones empedernidos y entregados a los vicios.
El Santo intensificó sus oraciones...
Aumentó sus penitencias... Fundó un instituto religioso para acoger a los convertidos... De poco o nada sirvieron sus esfuerzos. Las conversiones eran pocas y de efímera duración.
Qué hacer? Cierto día, decidido a arrancar de Dios gracias superabundantes para mover a la conversión a aquellas almas, Fray Domingo entró a un bosque cerca de Toulouse y se entregó a la oración y a la penitencia, dispuesto a no salir de allí sin obtener del Cielo una respuesta favorable.
Después de tres días y tres noches de incesantes súplicas, cuando las fuerzas físicas ya casi lo abandonaron, se le apareció la Virgen María, diciendo con inefable suavidad: - Mi querido Domingo, sabes de qué medio se sirvió la Santísima Trinidad para reformar al mundo? - Señora, sabéis mejor que yo, porque, después de vuestro Hijo Jesucristo, fuiste Vos el principal instrumento de nuestra salvación.
- Yo te digo, entonces, que el instrumento más importante fue el Saludo Angélico, el Avemaría, que es el fundamento del Nuevo Testamento. Y, por lo tanto, si quieres ganar a Dios esos corazones endurecidos, reza mi Rosario.
Rayos y truenos para reforzar la predicación
Con nuevo ánimo, el celoso Dominicano se dirigió inmediatamente a la Catedral de Toulouse, para hacer una predicación.
Apenas él traspasó la puerta del templo, las campanas comenzaron a repicar, por obra de los ángeles, para reunir a los habitantes de la ciudad.
Apenas él comenzó a hablar, nubes espesas cubrieron el cielo y se desató una terrible tempestad, con rayos y truenos, agravada por un temblor de tierra.
El pavor de los asistentes aumentó cuando una imagen de Nuestra Señora, situada en local bien visible, levantó los brazos tres veces para pedir a Dios misericordia para los que no se conviertan y pidan la protección de su Santísima Madre.
El santo predicador imploró la misericordia de Dios, y la tempestad cesó, permitiéndole hablar con toda calma sobre las maravillas del Rosario.
Los habitantes de Toulouse se arrepintieron de sus pecados, abandonaron el error, y comenzaron a rezar el Rosario.
En consecuencia, grande fue el cambio de las costumbres en esa ciudad.
A partir de entonces, Santo Domingo en sus sermones, pasó a predicar la devoción al Rosario, invitando a sus oyentes a rezarlo con fervor todos los días. Así, obtuvo que la misericordia de Nuestra Señora envolviese las almas y las transformase profundamente.
María fue la verdadera vencedora de los errores de los albigenses.
Un sermón escrito por la Santísima Virgen
Relata el Beato Alano una aparición de Santo Domingo, en la cual éste le narró el siguiente episodio: Rezando el Rosario, estaba él preparándose para hacer en la Catedral de Notre Dame de Paris un sermón sobre San Juan Evangelista. Se le apareció entonces Nuestra Señora y le entregó un pergamino, diciendo: "Domingo, por bueno que sea el sermón que decidiste predicar, traigo aquí otro mejor".
Muy contento, leyó el pergamino, agradeció de todo corazón a María y se dirigió al púlpito para comenzar la predicación. Delante de él estaban los profesores y alumnos de la Universidad de Paris, además de un gran número de personas de importancia.
Sobre el Apóstol San Juan, apenas afirmó cuanto este mereciera haber sido escogido para guardián de la Reina del Cielo. Enseguida, agregó: "Señores y maestros ilustres, estáis acostumbrados a oír sermones elegantes y sabios, sin embargo, yo no quiero dirigirles las dotadas palabras de la sabiduría humana, sino mostrarles el Espíritu de Dios y su virtud".
Y entonces Santo Domingo pasó a explicar el Avemaría, como le había enseñado Nuestra Señora, conmoviendo así, profundamente, aquel auditorio de hombres cultos.
El Beato Alano de la Roche
Las propias gracias y milagros concedidos por Dios a través de la recitación del Rosario se encargaron de propagarlo por todas partes, tornándose esta devoción en la más querida por los fieles cristianos.
Mientras ella fue practicada, la piedad florecía en las Órdenes religiosas y en el mundo católico.
Pero, cien años después de haber sido divulgada por Santo Domingo, ya ella había caído casi en el olvido. Como consecuencia, se multiplicaron los males sobre la Cristiandad: la peste negra devastó Europa destruyendo un tercio de la población, surgieron nuevas herejías, la Guerra de los Cien Años esparció desórdenes por todas partes, y el Gran Cisma de Occidente dividió la Iglesia durante un largo período.
Para impedir el mal y, sobretodo, preparar a la Iglesia para enfrentar las futuras luchas, suscitó Dios al Beato Alano de la Roche, de la Orden Dominicana, con la misión de restaurar el antiguo fervor por el Rosario.
Un día en que él celebraba Misa, en 1460, Nuestro Señor le dijo : "Por qué me crucificas tú de nuevo? Y me crucificas, no sólo por tus pecados, sino también porque sabes cuánto es necesario predicar el Rosario y así desviar muchas almas del pecado. Si no lo haces, eres culpado de los pecados que ellas cometen".
A partir de entonces, el Beato Alano se tornó un incansable divulgador de esta devoción, y así convirtió gran número de almas.
Factor decisivo de grandes victorias
Fue, sobre todo, en los momentos de grandes peligros y pruebas para la Iglesia, que el Rosario tuvo un papel decisivo, propició la perseverancia de los católicos en la Fe y levantó una barrera contra el mal.
Al verse Europa amenazada por los ejércitos del imperio otomano, que avanzaban por mar y por tierra, devastando todo y persiguiendo a los cristianos, el Papa Pío V mandó rezar el Rosario en toda la Cristiandad, implorando la protección de Nuestra Señora. Al mismo tiempo, con el auxilio de España y de Venecia, reunió una escuadra en el Mar Mediterráneo para defender a los países católicos.
A siete de octubre de 1571, la flota católica encontró a la poderosa escuadra otomana en el golfo de Lepanto. Y a pesar de la superioridad numérica del adversario, los cristianos salieron triunfantes, alejando el riesgo de una invasión.
Antes de trabarse el combate, todos los soldados y marineros católicos rezaron el Rosario con gran devoción.
La victoria, que parecía casi imposible, se debió a la protección de la Virgen Santísima, la cual - según testimonio dado por los propios musulmanes - apareció durante la batalla, infundiéndoles gran terror.
En el siglo XVIII, para conmemorar la victoria del Príncipe Eugenio de Saboya sobre el ejército otomano, debida también a la eficacia del Rosario, el Papa Clemente XI ordenó que la fiesta de Nuestra Señora del Rosario fuese celebrada universalmente.
San Luis María Grignion de Montfort
La Iglesia sería todavía sacudida por muchas tempestades.
Necesitando fortalecer a sus hijos y prepararlos para soportar las grandes pruebas futuras, suscitó Dios un alma de fuego con la misión de reencender la llama de la devoción al Rosario, lo cual una vez más habría caído en el olvido.
San Luís Maria Grignion de Montfort, el gran doctor de la devoción a la Madre de Dios, ejerció su misión profética un siglo antes de la Revolución Francesa. Las regiones en las cuales se escuchó su predicación fueron las que mejor resistieron a los errores de su época y conservaron íntegra la Fe.
Fátima, 1917: "Soy la Señora del Rosario"
Ya en el siglo XX, cuando la Primera Guerra Mundial estaba en su auge, Nuestra Señora vino, Ella misma, en persona, a recordar a los hombres que la solución para sus males estaba al alcance de las manos, en las cuentas del Rosario: "Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz y el fin de la guerra", repitió Ella maternalmente a los tres pastorcitos, en Fátima.
En la última aparición, en octubre de 1917, la Virgen María dijo quién era: "Soy la Señora del Rosario". Y para justificar la autenticidad de las apariciones y la importancia del Rosario, operó un milagro de grandeza nunca vista, presenciado por una multitud de 70.000 personas que estaban en el lugar: el sol giró en el cielo, al mediodía, pareciendo precipitarse sobre la tierra, retomando después su posición habitual en el firmamento.
Milagros de esa magnitud, sólo en el Antiguo Testamento encontramos. Pero ni así el mundo dio oídos a la Madre de Dios. Y nunca se abatieron sobre la Tierra tantas desgracias, nunca hubo tantas guerras, nunca la desagregación moral llegó tan bajo.
Entre tanto, el medio de obtener la paz para el mundo, para las familias, para los corazones, continúa al alcance de nuestras manos, en las cuentas benditas del Rosario, que María Santísima traía colgado de su brazo cuando apareció en Fátima.
Se salvó porque llevaba el Rosario en la cintura
No es posible expresar cuánto la Santísima Virgen estima el Rosario sobre todas las demás devociones, y cómo es generosa en recompensar a los que trabajan para divulgarlo.
Cuenta San Luis María Grignion de Montfort el caso de Afonso IX, Rey de León, a quien Nuestra Señora protegió particularmente, por el simple hecho de portar el Rosario en la cintura.
Deseando que sus súbditos honrasen a la Santísima Virgen, y para animarlos con su ejemplo, se le ocurrió a ese monarca portar ostensivamente un gran Rosario, aunque no lo rezase.
Esto bastó para incentivar a sus cortesanos a rezarlo devotamente.
Algún tiempo después, el rey estuvo a las puertas de la muerte, acometido por una grave enfermedad. Fue entonces transportado en espíritu al tribunal de Dios, donde los demonios lo acusaron de todos sus crímenes. Y cuando iba ser condenado a las penas eternas, se presentó en su defensa la Santísima Virgen delante de Jesús.
En un plato de la balanza, fueron colocados los pecados del Rey. En el otro, la Virgen María colocó el gran Rosario que él portara en honor a Ella, juntamente con los Rosarios que, debido a su ejemplo, habían rezado otras personas, y estos pesaban más que todos los pecados por él cometidos.
Después, María Santísima, mirando con misericordia al Rey, dijo: "Conseguí de mi Hijo, como recompensa por el pequeño servicio que me hiciste, llevando en la cintura el Rosario, el prolongamiento de tu vida por unos años más. Empléalos bien, y haz penitencia".
Volviendo en sí, el rey exclamó: "Oh! Bendito Rosario de la Santísima Virgen, por él es que fui libre de la condena eterna!" Y, recuperando la salud, pasó a rezar el Rosario todos los días hasta el fin de la vida.
La palabra del Papa, portavoz de Jesús
"El Rosario nos transporta místicamente junto a María (...) para que Ella nos eduque y nos forme hasta que Cristo esté en nosotros plenamente" - enseña el Papa Juan Pablo II. Y agrega: "Nunca, como en el Rosario, el camino de Cristo y el de María aparecen unidos tan profundamente. María sólo vive en Cristo y en función de Cristo".
Recordemos sus inspiradas palabras en la Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariæ": "El Rosario me acompañó en los momentos de alegría y en las pruebas.
A él confié tantas preocupaciones; en él encontré siempre consolación. El Rosario es mi oración predilecta. Oración maravillosa ! "El Rosario bendito de María, dulce cadena que nos prende a Dios, vínculo de amor que nos une a los Ángeles, torre de salvación contra los asaltos del infierno, puerto seguro en el naufragio general! "No te dejaremos nunca más! "Serás nuestro conforte en la hora de agonía. Sea para ti el último ósculo de la vida que se apaga. Y la última palabra de nuestros labios ha de ser vuestro nombre suave, oh Reina del Rosario, oh nuestra Madre querida, oh Refugio de los pecadores, oh soberana consoladora de los tristes. Seas bendita en todas partes, hoy y siempre, en la tierra y en el Cielo. Amén."
Nunca deje de rezarlo!
Sí, acata fielmente esa exhortación del Papa, nunca deje de rezar el Rosario, bajo pretexto de haber muchas distracciones involuntarias, falta de gusto en rezarlo, mucho cansancio, insuficiencia de tiempo, o cualquier otro. Para rezar bien el Rosario, no es necesario sentir gusto, tener consuelos, ni conseguir una aplicación continua de la imaginación.
Bastan la fe pura y la buena intención.
Y vea cuántos beneficios nos proporciona la recitación del Rosario!
• Nos eleva al conocimiento perfecto de Jesucristo.
• Purifica nuestras almas del pecado.
• Nos hace victoriosos contra todos nuestros enemigos.
• Nos torna fácil la práctica de las virtudes.
• Nos abraza en el amor de Jesucristo..
• Nos enriquece de gracias y méritos.
• Nos fortalece los medios de pagar todas nuestras deudas con Dios y con los hombres.
A todo eso, agrega San Luis María Grignion de Montfort: - "Aunque te encuentres al borde del abismo o ya con un pie en el infierno aunque estés endurecido y obstinado como un demonio, temprano o tarde te convertirás y salvarás, mientras que reces devotamente todos los días el santo Rosario, para conocer la verdad y obtener el arrepentimiento y el perdón de tus pecados".

(Revista Arautos del Evangelio, Out/2004, n. 34, p. 34 a 38)

sábado, 7 de abril de 2012

Rosario bendito de María, dulce candela que nos prende a Dios

"El Rosario me acompañó en los momentos de alegría y en las pruebas. A él confié tantas preocupaciones, en él siempre encontré refugio. El Rosario es mi oración predilecta. Maravillosa en la simplicidad y en la profundidad." - Estas palabras son del Papa Juan Pablo II, en la Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae", con la cual inició el "Año del Rosario", que se encierra en este mes de octubre, coronando el 25º aniversario de su proficuo Pontificado. Uniéndose al júbilo universal por esta significativa fecha, reproducimos abajo algunos trechos de esa Carta, en los cuales el Papa procura transmitirnos su amor a esta devoción. (Los subtítulos son de la Redacción.)
Estimulada por numerosos Santos y Pontífices1.jpg
El Rosario de la Virgen María, que al soplo del Espíritu de Dios se fue formando gradualmente en el segundo milenio, es oración amada por numerosos Santos y estimulada por el Magisterio. Muchos de mis predecesores atribuyeron gran importancia a esta oración. Yo mismo no perdí ocasión para exhortar la frecuente recitación del Rosario. Desde mi juventud, esta oración tuvo un lugar importante en mi vida espiritual. El Rosario es mi oración predilecta.
Sería imposible citar la multitud incontable de Santos que encontraron en el Rosario un auténtico camino de santificación. Bastará recordar San Luís María Grignion de Montfort; y, en nuestros días, Padre Pío de Pietrelcina, que recientemente tuve la alegría de canonizar.
Repeticiones de actos de amor
La meditación de los misterios de Cristo es propuesta en el Rosario con un método característico, apropiado por su naturaleza para favorecer la asimilación de los mismos. Es el método basado en la repetición. Esto es visible, sobre todo, con el Avemaría repetida diez veces en cada misterio. Considerando superficialmente una tal repetición, se puede ser tentado a ver el Rosario como una práctica árida y aborrecida. Se llega, sin embargo, a una idea muy diferente cuando se considera el Rosario como expresión de aquel amor que no se cansa de volver a la persona amada con efusiones que, a pesar de semejanzas en su manifestación, son siempre nuevas por el sentimiento que las penetra.
En Cristo, Dios asumió verdaderamente un "corazón de carne". No tiene apenas un corazón divino, rico de misericordia y perdón, sino también un corazón humano, capaz de todas las vibraciones de afecto. Si hubiese necesidad de un testimonio evangélico de esto mismo, no sería difícil encontrarlo en el diálogo conmovedor de Cristo con Pedro después de la Resurrección: "Simón, hijo de Juan, tú me amas?" Por tres veces es hecha la pregunta, y tres veces recibe como respuesta: "Señor, Tú sabes que Te amo" (cf. Jo 21, 15- 17). Además del significado específico del texto, tan importante para la misión de Pedro, no pasa desapercibida a nadie la belleza de esta triple repetición, en la cual la solicitud insistente y la respectiva respuesta son expresadas con términos bien conocidos de experiencia universal del amor humano. Para comprender el Rosario, es preciso entrar en la dinámica psicológica típica del amor.
Una cosa es clara! Si la repetición del Avemaría se dirige directamente a María, con Ella y por Ella es para Jesús que, en último análisis, va el acto de amor. La repetición se alimenta del deseo de una conformación cada vez más plena a Cristo, verdadero "programa" de la vida cristiana.
María, maestra inigualable
Cristo es el Maestro por excelencia, el Revelador y la Revelación. No se trata solamente de aprender las cosas que Él enseñó, sino de "aprender a Él". Sin embargo, en esto, cuál maestra más experimentada que María? Si al lado de Dios es el Espíritu, el Maestro interior, que nos conduce a la verdad plena de Cristo (cf. Jo 14, 26; 15, 26; 16, 13), de entre los seres humanos, nadie mejor que Ella conoce a Cristo, nadie como la Madre puede introducirnos en el profundo conocimiento de su misterio.
La primera de las "señales" realizada por Jesús - la transformación de agua en vino en las bodas de Cana - nos muestra precisamente a María en el papel de maestra, cuando exhorta a los siervos a cumplir las disposiciones de Cristo (cf. Jo 2, 5). Y podemos imaginar que Ella haya desempeñado la misma función con los discípulos después de la Ascensión de Jesús, cuando se quedó con ellos a la espera del Espíritu Santo y los animó en la primera misión. Recorrer con Ella las escenas del Rosario es como frecuentar la "escuela" de María para leer a Cristo, penetrar en sus secretos, comprender su mensaje.
Una escuela, la de María, todavía más eficaz, cuando se piensa que Ella la da obteniéndonos los dones del Espíritu Santo con abundancia y, al mismo tiempo, proponiéndonos el ejemplo de aquella "peregrinación de fe", en la cual es maestra inigualable. Delante de cada misterio del Hijo, Ella nos invita, como en su Anunciación, a colocar humildemente las preguntas que abren a la luz, para concluir siempre con la obediencia de la fe: "He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38).
Valor catequético del Rosario
2.jpgSi en la recitación del Rosario todos los elementos para una meditación eficaz fueren debidamente valorizados, tornase, especialmente en la celebración comunitaria en las parroquias y en los santuarios, una significativa oportunidad catequética que los Pastores deben saber aprovechar. La Virgen del Rosario continúa también de este modo su obra de anuncio de Cristo. La historia del Rosario muestra cómo esta oración fue utilizada especialmente por los Dominicos, en un momento difícil para la Iglesia por causa de la difusión de la herejía albigense..
Hoy nos encontramos delante de nuevos desafíos. Por qué no retomar en la mano el Rosario con la fe de los que nos precedieron? El Rosario conserva toda su fuerza y permanece como un recurso no despreciable en el equipaje pastoral de todo buen evangelizador.
Misterios luminosos
De tantos misterios de la vida de Cristo, el Rosario, tal como se consolidó en la práctica más común confirmada por la autoridad eclesial, apunta sólo algunos. Tal selección fue dictada por la estructuración originaria de esta oración, que adoptó el número 150, como el de los Salmos.
Para que el Rosario pueda considerarse más plenamente "compendio del Evangelio", es conveniente que, después de recordar la encarnación y la vida oculta de Cristo (misterios de la alegría), y antes de detenerse en los sufrimientos de la Pasión (misterios del dolor), y en el triunfo de la Resurrección (misterios de gloria), la meditación se concentra también sobre algunos momentos particularmente significativos de la vida pública (misterios de la luz).
El Rosario converge hacia el Crucificado
Un instrumento tradicional en la recitación del Rosario, es el rosario. En su uso más superficial, se reduce frecuentemente a un simple medio para contar y registrar la sucesión de las Avemaría. Pero, se presta también a exprimir simbolismos, que pueden conferir mayor profundidad a la contemplación.
A ese respecto, la primera cosa a notar es cómo el rosario converge hacia el Crucificado, que de esta forma abre y cierra el propio itinerario de la oración. En Cristo, está centrada la vida y la oración de los creyentes. Todo parte de Él, todo tiende a Él, todo por Él, en el Espíritu Santo, llega al Padre.
Rosario, salvación de la Cristiandad Amenazada
Todo lo que fue dicho hasta ahora, manifiesta ampliamente la riqueza de esta oración tradicional, que tiene no sólo la simplicidad de una oración popular, sino también la profundidad teológica de una oración adaptada a quien siente la exigencia de una contemplación más madura.
La Iglesia reconoció siempre una eficacia particular al Rosario, confiándole, mediante su recitación comunitaria y su práctica constante, las causas más difíciles. En momentos en que estuviera amenazada la propia Cristiandad, fue a la fuerza de esta oración que se atribuyó la liberación del peligro, habiendo la Virgen del Rosario sido saludada como propiciadora de la salvación.
Oración orientada para la paz
Las dificultades que el horizonte mundial presenta, en este inicio del nuevo milenio, nos llevan a pensar que sólo una intervención de lo Alto - capaz de orientar los corazones de aquellos que viven en situaciones de conflicto y de cuantos rigen los destinos de las Naciones - permite esperar un futuro menos sombrío.
El Rosario es, por naturaleza, una oración orientada para la paz, precisamente porque consiste en la contemplación de Cristo, Príncipe de la paz y "nuestra paz" (Ef 2, 14). Quien asimila el misterio de Cristo - y el Rosario reconoce esto - aprende el secreto de la paz y de él hace un proyecto de vida. Además de eso, debido a su carácter meditativo con la serena sucesión de las Avemaría, ejerce una acción pacificadora sobre quien lo reza, predisponiéndolo a recibir y experimentar en lo más hondo de sí mismo, y a esparcir a su alrededor, aquella paz verdadera que es un don especial del Resucitado (cf. Jo 14, 27; 20, 21).
En suma el Rosario, al mismo tiempo que nos lleva a fijar los ojos en Cristo, nos torna también constructores de la paz en el mundo. Por sus características de petición insistente y comunitaria, en sintonía con la invitación de Cristo para "orar siempre, sin desfallecer" (Lc 18, 1), aquel permítenos esperar que, también hoy, se pueda vencer una "batalla" tan difícil como es la de la paz.
Oración por la familia: los padres...
El Rosario fue desde siempre también oración de la familia y por la familia. Además, esta oración era particularmente amada por las familias cristianas y favorecía ciertamente su unión. Es preciso no dejar perder esta preciosa herencia. Importa volver a rezar en familia y por las familias, sirviéndose todavía de esta forma de oración. Pido, pues, a todos aquellos que se dedican a la pastoral de las familias para sugerir con convicción la recitación del Rosario.
Retomar la recitación del Rosario en familia significa inferir en la vida diaria imágenes bien diferentes - las del misterio que salva: la imagen del Redentor, la imagen de su Madre Santísima. La familia, que reza unida el Rosario, reproduce en cierta medida el clima de la casa de Nazaret: se pone Jesús en el centro, se comparten con Él alegrías y sufrimientos, se colocan en sus manos necesidades y proyectos, y de Él se recibe la esperanza y la fuerza para el camino.
... y los hijos
Es bueno y fructífero también confiar a esta oración el itinerario de crecimiento de los hijos. Por ventura no es el Rosario el itinerario de la vida de Cristo, desde su concepción hasta la muerte, resurrección y gloria? Hoy se torna cada vez más ardua para los padres, la tarea de guiar a los hijos por las varias etapas de su vida. En la sociedad de la tecnología avanzada, de los mass-media y de la globalización, todo se tornó tan rápido y la distancia cultural entre las generaciones es cada vez mayor. Los pedidos más diversos y las experiencias más imprevisibles temprano invaden la vida de los niños y adolescentes, y los padres se sienten a veces angustiados para hacer frente a los riesgos que aquellos corren. No es raro experimentar fuertes desilusiones, constatando la falencia de sus hijos delante de la seducción de la droga, la atracción de un hedonismo desenfrenado, las tentaciones de la violencia, las expresiones más variadas de falta de sentido y de desespero.3.jpg
Rezar el Rosario por los hijos y, más todavía, con los hijos, educándolos desde tierna edad para este momento diario de "paraje orante" de la familia, no trae por cierto la solución de todos los problemas, pero es una ayuda espiritual que no se debe subestimar.
Se puede objetar que el Rosario parece una oración poco adaptada al gusto de los niños y jóvenes de hoy. Pero la objeción parte tal vez de la forma muchas veces poco cuidada de rezarlo. Si el Rosario es bien presentado, estoy seguro de que los propios jóvenes serán capaces de sorprender una vez más a los adultos, asumiendo esta oración y recitándola con el entusiasmo típico de su edad.
"Que este pedido mío no quede ignorado!"
Queridos hermanos y hermanas! Una oración tan fácil y al mismo tiempo tan rica merece verdaderamente ser descubierta de nuevo por la comunidad cristiana.
Me dirijo de modo particular a vosotros, amados Hermanos en el Episcopado, sacerdotes y diáconos, y a vosotros, agentes pastorales en los diversos ministerios, pidiendo que, experimentando personalmente la belleza del Rosario, vosotros os tornéis en solícitos promotores del mismo.
Pienso en vosotros todos, hermanos y hermanas de cualquier condición, en vosotros, familias cristianas, en vosotros, enfermos y ancianos, en vosotros, jóvenes: retomad confiadamente en las manos el Rosario, haciendo su explicación a la luz de la Escritura, de armonía con la Liturgia, en el contexto de la vida cotidiana.
Que este pedido mío no quede ignorado!

lunes, 2 de abril de 2012

Mensaje del 2 de abril de 2012 en Medjugorje, Bosnia-Herzegovina


"Queridos hijos, como Reina de la Paz deseo darles a ustedes, mis hijos, la paz, la verdadera paz que viene del Corazón de Mi Hijo Divino. Como Madre oro para que en sus corazones reine la sabiduría, la humildad y la bondad: que reine la paz, que reine Mi Hijo. Cuando Mi Hijo sea el soberano en sus corazones, podrán ayudar a los demás a conocerlo. Cuando la paz del cielo les conquiste, aquellos que la buscan en lugares equivocados, dando de esta manera dolor a Mi Corazón materno, la reconocerán. Hijos míos, grande será mi alegría cuando pueda ver que acogen mis palabras y desean seguirme. No tengan miedo, no están solos. Entréguenme sus manos y yo los guiaré. No olviden a sus pastores. Oren para que sus pensamientos estén siempre con Mi Hijo, que los ha llamado para que lo testimonien. Les agradezco!"
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